domingo, 10 de junio de 2007

Prerrevolucionario

El tema es manifestar lo que uno siente a otro que puede no sentir lo mismo que uno. Y no perder la atención del otro si uno quiere que siga leyendo. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo llamar su atención? Y lo más importante, ¿cómo mantenerla?

A mí me ha pasado que en algunos momentos se me cruza una idea, o una emoción, que me hacer ver las cosas de una forma única. Y de repente parece que todo tiene sentido. A veces esta emoción desaparece si uno no la agarra y la fija en la memoria de alguna manera. Con las ideas también pasa lo mismo, y también es malo. Porque en la idea se va una forma de entender un concepto-cascote académico incrustado en un apunte universitario, una forma de actuar ante una determinada situación o una forma de escribir algo, armar una frase, una oración o hasta elegir una palabra que puede hacer la diferencia entre un párrafo mediocre y uno decente (más o menos). Y hace un tiempo se me atravesó un sentimiento pesado que me descifró el panorama tumultuoso posterior a un sábado. Y es una maravilla cuando la mente se aclara. Por estos días hubiera resultado usar la metáfora de una niebla que se disipa, pero como yo no soy cursi, no la elaboro en una frase que merezca mucha importancia.

Yo tengo este problema (en realidad más de uno, como más de uno debe tener los suyos también): las ideas se me apelotonan en la cabeza. Me resisto a describirlo como una niebla. Pero es algo así. Es saber que hay algo de lo que sólo se ven los contornos. Está bien: sí, es como una niebla. Las nieblas son nubes, en realidad. Así que en estos días todos anduvimos por las nubes. La falta de viento y la humedad hacen que se estanque. Las gotas no son tan pesadas como para precipitarse y por eso flotan y turban el aire y asfixian en tierra firme. Suficiente uso de la metáfora. Me resisto a hacer una descripción agobiante, pesada y con ínfulas poéticas del tipo "la niebla colgaba a la vera del río como una cortina espesa, raída y apolillada con agujeros y arañazos que a veces dejaba ver lo que había del otro lado". Nunca diría cosas así. Suenan cursi.

Si esta idea o sentimiento que cuando pasa por la cabeza o revuelve las tripas de uno, no es elaborada o fijada en la mente para reproducirla y evocar las interpretaciones en otro momento, ¿hasta dónde es uno capaz de llegar para recuperarla? Supongo que hasta donde sea necesario, si uno determina que se vuelve una cuestión esencial para ayudar a resolver una situación, desenredar un problema o dar sentido a una desgracia que uno se carga encima y no le corresponde, por ejemplo.

1 comentario:

Sol! dijo...

Che, yo uso muchas imágenes visuales cuando escribo y no me considero cursi. Si algo es o no una buena metáfora (efectiva), podrá saberse cuando de alguna manera quede en la memoria del lector.

Aguanten las metáforas bien aplicadas. :)

Un beso grande.