viernes, 28 de septiembre de 2007

Sorpresas



Viernes

La temporada de parciales está a la vuelta de la esquina.

Lo bueno es que es la penúltima temporada.
Lo malo es que está a la vuelta de la esquina.

Lo bueno es que un parcial es a libro abierto, como corresponde: con menos intervención de la memoria y más del pensamiento relacional, crítico y (o) más o menos argumentativo.
Lo malo es que tengo dos parciales en dos días seguidos.

Lo bueno es que uno se trata de cosas para nada extrañas, que en gran parte tienen que ver con Internet y algunas de sus herramientas más novedosas, como Wikipedia, los blogs, los podcasts, licencias de copyright de "some rights reserved" (como la de Creative Commons), y demás cosas, muchas de las cuales están presentes en esta página, y otras que conozco por mi cuenta.
Lo malo es que el otro habla de Peirce, terror del CBC, semiótica II, tricotomías de los signos y demás.

Lo bueno es que algunas cosas buenas pasan.
Lo malo es que no hay muchas otras cosas buenas.

Lo malo es que la gata cachondea y parece que está a punto de entrar en su tercer celo, puntualmente, un viernes, como las otras dos terribles veces.

Lo malo es que tengo que estudiar.

Lo malo es quejarse.

Lo malo es que no se me cae una idea para el guión de un corto de cinco minutos.

Lo malo es que no estoy estudiando.

Enseguida voy. El deleite del conocimiento me espera.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Oxigenados

La verdad es que no se me ocurre cómo puede ir a parar agua oxigenada adentro de un sachet de leche descremada.

No creo que sea una nueva iniciativa de "La Serenísima", porque ya bastante porquerías le ponen a la leche. Es más, la leche ya no parece leche. Y dentro de poco, la leche va a reemplazar a todas las bebidas, y en unos años más, a todas las comidas, incluso la carne, porque todas las vacas van a estar dando leche hasta por las orejas, porque la leche es el futuro.

Vivimos una era de lechecracia.

No hay que analizar mucho para ver que la leche y sus derivados "populares", es decir, los yogures (bebibles ácidos, firmes ácidos, firmes cuajados, bebibles cuajados, laxantes, con bio puritas, con fermentos, laxantes cuajados, laxantes con bio puritas, laxantes ácidos, ácidos con bio puritas, laxantes con fermentos, bio puritas fermentados, yogures con hierro, yogures con minerales, con copos de cereales, con cereales y chocolates fomentadores de vicios malsanos, yogures infantiles, yogures infantiles cuajados, ácidos o con drogas de crecimiento acelerado, anabólicos o esteroides, yogures con calcomanías, con azúcar, sin azúcar, postrecitos chocolatados, vainillados o acaramelados, publicitados por un francés para turistas incautos que visitan una París de cartulina, yogures con más bacterias, yogures con menos, yogures vencidos y sin vencer) aparecen una, y otra, y otra vez en las publicidades televisivas del imperdible "prime time" argentino, y en incontables afiches en los almacenes y supermercados chinos y de los otros, que como vienen de algunos lados de Europa, son mejores. Y más fashion, obvio.

Al parecer, la gente nace, crece, vive y, sobre todo, caga y muere al ritmo vital de los yogures, pero esto último se lo debemos sobre todo a las demás cosas ponzoñosas entre la vaca y el hombre, como la manteca, los quesos, las ricotas y los sustos de tomar leches descremadas que vienen con agua oxigenada licuada dentro.

"Porque la desinfección tiene que ser interna también, nueva leche descremada La Serenísima, con fermentos de aquello, bacterias bla, bla, hierro Fe, y agua oxigenada. Compre 'La Serenísima O2'".

Bienvenidos a la modernidad.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Forajidos

Ayer vi que se estaba por estrenar en Estados Unidos una película sobre Jesse James. Se llama "The Assasination of Jesse James by the Coward Robert Ford". El título, aunque uno no sepa inglés, revela no sólo la trama, sino el final. No el final cronológico, porque a los directores y los guionistas se les da por estos días el antojo (algunas veces) de empezar las historias por el final, o por la mitad, lo que no es un recurso desdeñable: de hecho, el recurso narrativo puede hacer de una historia mediocre una obra maestra. Pero esta no es la cuestión.

Yo no vi la película. De hecho, no muchos la vieron, porque se estrenó ayer. Lo que es interesante es la historia de Jesse James como puede leérsela en Wikipedia.

Fora exido (forajido): literalmente, "salido afuera". Dícese del delincuente que anda fuera de poblado y huyendo de la justicia. Eso era Jesse James: un pistolero loco, ladrón de bancos, asesino, de temperamento cambiante, y, en el fin de sus días, un desconfiado paranoico que no largaba sus pistolas. Y con razón.

La vida de atracos improvisados, escapadas gloriosas, tiroteos furibundos, no es muy distinta de lo que uno pueda imaginar a partir de estas caracterizaciones, ni muy diferente de lo que se ve en las películas del lejano oeste norteamericano, y por eso no la voy a contar. Lo interesante, como en la mayoría de las historias, es el final.

Habiendo sido los miembros de su pandilla asesinados, arrestados o atacados por una tímida conciencia o un profundo terror de la justicia (la horca), Jesse James optó por retirarse. Hizo a un lado su pasado criminal para irse a vivir, junto con su mujer y sus hijos, a una linda casita en Saint Joseph, Missouri. Se llevó consigo a los hermanos Ford, Bob y Charley, para protegerse mejor. Protegerse, en este caso, significaba que seis pistolas disparaban mucho mejor que dos. Charley Ford había trabajado con Jesse James años antes, pero su hermano Bob era un recluta novato. Y además, un traidor que negociaba con el gobernador de Missouri los términos de la recompensa que le entregaría a cambio del forajido Jesse James.

Lo que pasó la mañana del 3 de abril de 1882, según lo cuenta el asesino, fue que él y Jesse James se dirigieron a la ciudad a comprar el diario, como lo hacían habitualmente, antes de desayunar en la plácida cocina de la casita de Saint Joseph. Cerca de las ocho de la mañana, James leía el St. Louis Republican sentado de espaldas a su fiable Bob. Rodando la vista por los párrafos del diario reparó en una noticia que lo sorprendió.

—Mirá vos —dijo, o algo equivalente—: se rindió Dick Liddil.
Y dirigió una mirada penetrante a su compañero, sentado al otro lado de la mesa.
—Creo que me dijiste que no sabías que Dick Liddil se había entregado —prosiguió.
Robert Ford le dijo que no sabía.
—Bueno —dijo James—, sea como fuere, es muy raro. Se entregó hace tres semanas, y vos estabas en el pueblo entonces. Parece sospechoso.
Jesse James clavó los ojos celestes en su asesino. Robert Ford se puso de pie. Caminó hacia la otra habitación. Al rato, no mucho después, oyó que James echó la silla atrás y caminó también, pero se detuvo a la entrada del cuarto, y dijo, como un espejismo del fantasma que sería poco después, calma y dulcemente, con una sonrisa:
—Bueno, está bien, Bob. No pasa nada.
Y el asesino supo entonces que Jesse James lo iba a matar. Se dio cuenta de que no lo había engañado. La noticia del estúpido Dick Liddil lo había cagado todo. Pero así como se había percatado de esto, adivinó con buen juicio que Jesse James no iba a matarlo en su propia casa, desparramándole a tiros los intestinos por el suelo de la plácida cocinita de Saint Joseph, donde se sentaban a comer su mujer y sus hijos.
Jesse James era una luminaria. Inteligente y paranoico, supo él también que las cosas tenían que terminarse. Sabía que esa sonrisa fingida y ese "Bueno, está bien, Bob", forzado por una desesperación frenética desde el momento en que manifestó extrañado la presencia casual de su asesino legendario al momento de la captura infame de Dick Liddil, no alcanzaban para disimular sus intenciones frustradas de matarlo, filtradas en sus torcidos, penetrantes y sinceros ojos celestes.
Así que hizo lo que hacen los criminales cuando saben que están comprometidos. Caminó lentamente hacia la cama y se desabrochó el cinturón que cargaba sus cuatro revólveres mortales. Disfrazó la situación como sólo un bandido sabe hacerlo. Pero fue inútil. Nunca antes Robert Ford había visto a Jesse James andar sin sus pistolas. Olfateó su desesperación. Jesse James disimulaba. Volvió a la cocina, y mirando un cuadro en la pared exclamó:
—Ese cuadro está mugriento de polvo.
Bob Ford confesó en la carta al gobernador que en ese cuadro no había una sola mota de polvo.
Jesse James acercó una silla a la pared y se subió, dispuesto a sacudir la roña inexistente. El fiable Bob desenvainó su arma, tiró del martillo con el pulgar y acertó el disparo detrás de la oreja del pistolero loco, que cayó muerto como un tronco.

Robert Ford nunca ocultó el papel que había desempeñado. De hecho, luego de cobrar la recompensa por el asesinato y de haber sido perdonada la condena que lo hubiera hecho morir en la horca (ambos regalos pactados de antemano con el gobernador Thomas Crittenden), el fiable Bob se ganó la vida posando para fotografías como el hombre que había matado a Jesse James. Años después podía vérselo recreando en los escenarios improvisados de los teatros de madera del viejo oeste, haciendo de él mismo, la escena gloriosa en que Jesse James suspiraba por última vez, encaramado en la silla, sacudiendo el polvo de un cuadro en la pared de la cocinita de Saint Joseph, cuya placidez no podía ser reconstruida en ningún escenario de ningún teatro. La madre de Jesse James escribió su epitafio: "En memoria de mi querido hijo, asesinado por un traidor y cobarde cuyo nombre no merece aparecer aquí".

En mayo de 1892, Bob Ford abrió una casa de cambio en Creede, Colorado. Seis días después, el 5 de junio, todo el distrito comercial fue devorado por las llamas de un incendio monumental. Su casa de cambio quedó destruida. Improvisó entonces una taberna hasta que la fortuna le sonriera de nuevo.

A Robert Ford no le resultaba fácil acomodar las lonas precarias que guarecían de la intemperie y la desgracia a su taberna de maderos quemados. Habían pasado tres días desde el incendio y todavía tenía problemas para disponer en orden los licores sobre unos estantes que aún echaban humo y estaban tibios. Estaba en eso cuando escuchó que alguien a sus espaldas dijo "Hola, Bob". Era Ed O'Kelley. Pero Bob nunca supo quién lo llamaba, porque en cuanto se dio vuelta, el joven Ed le disparó una lluvia de perdigones al cuello.

Entonces Ed O'Kelley se hizo famoso como el hombre que mató al hombre que había matado a Jesse James. Claro que no llegó a disfrutar mucha de esa fama, porque se pasó diez años preso, y para cuando salió, en 1902, debido a unos problemas de salud, ya nadie lo recordaba. Un año más tarde estaba matando el tiempo en un hotel de Oklahoma cuando un policía lo arrestó alegando que tenía la catadura de un tipo sospechoso. La policía lo soltó de inmediato.

La noche del 13 de enero de 1904, Joe Burnett paseaba por la South First Street, frente al edificio McCord & Collins, cuando se cruzó con Ed O'Kelley, a quien saludó cortésmente. El pistolero lo reconoció enseguida como el policía que lo había arrestado un año atrás.
—Venís conmigo —le dijo—. Yo te voy a arrestar a vos, hijo de puta.
Le dio un golpe y desenvainó la pistola. El policía y O'Kelley empezaron a forcejear. El pistolero disparó varias veces.
—Te voy a matar.
El policía pidió ayuda a los gritos. O'Kelley no le acertó un tiro al policía, pero le había quemado la cara con la pólvora de los disparos. Cuando se le acabaron las balas, mordió las orejas del oficial. Le pudo arrancar pedazos de ambas. Un amigo de O'Kelley llegó al lugar y disparó al policía, pero erró el disparo y salió corriendo.
—¡Volvé! —dijo Ed—. Matemos a este tipo.
Un hombre escuchó la trifulca desde un edificio en West Main Street. Cuando se aproximó, Burnett le pidió ayuda.
—¡Soy un oficial de policía —dijo.
El hombre pensó.
—No sé si realmente sea un oficial de policía.
A. G. Paul, un estibador de valijas del tren, acudió desde el depósito cercano después de oír los gritos desesperados de los tres hombres en la confusión de la pelea. Se acercó al rabioso O'Kelley y lo sujetó por un brazo. La mano derecha del oficial Burnett quedó libre. Enseguida tanteó su cinturón, encontró el revólver, y disparó dos tiros al montón revoltoso. Ed O'Kelley murió como un perro en el medio de la calle. Cuando el polvo de la trifulca se asentó, el policía notó lo cerca que había estado de la muerte. Encontró el sobretodo agujereado a la altura de la espalda, sus guantes quemados, y la ropa chamuscada en el momento en que otros policías llegaban al lugar.

Blog 5

Evidentemente, no sólo mueren los blogs. Dos de los sitios argentinos que recopilaban direcciones parecen haber muerto también. Se trata de weblogs.com.ar y argenblogs, que aunque no parece haber muerto todavía, exhibe un mensaje que bien puede presagiar ese destino final: "Ya volvemos! Mientras tanto, visita alguno de estos excelentes sitios!", y a continuación hay una publicidad de Google AdSense.

Casi al mismo tiempo de darme cuenta de esta terrible, tristísima, terrible tragedia, encontré una verdad más o menos cierta que la gente de Blogger publica en forma de consejo:
"Write quality content and do it well. If your "style" is bad writing, worse grammar, no punctuation, and an ugly design, that might be okay for a niche crowd. But the idea here is to achieve mass appeal, so fix yourself up a bit.

"Escribí contenido de calidad y hacélo bien. Si tu "estilo" es la mala escritura, de peor gramática, sin signos de puntuación y un diseño feo, eso podría estar bien para una pequeña multitud. Pero la idea acá es lograr una atracción masiva, así que rescatáte un poco."

Tristemente, no puedo recurrir a ningún directorio para comprobar si las sugerencias de la gente de Google son aceptadas o rechazadas. Yo diría que nadie se largaría a escribir un blog sin tener en cuenta antes, aunque por cuenta propia, los oportunos consejos de Blogger. Para aquellos con fantasías voyeuristas y ningún interés por la escritura, o capacidad, o mínimamente coherencia, existen los fotologs. Para aquellos que no quieren, o no pueden, leer, Blogger preparó Blogger Play, lo que es muy divertido. Se trata de un servicio que muestra aleatoriamente las últimas imágenes subidas a los blogs de los usuarios. Dos minutos de viaje alcanzan para sorprender al usuario más exigente.

Es como viajar de blog en blog utilizando la barra de Blogger que aparece en la parte superior de la portada de la mayoría de los blogs, aunque ese viaje suele terminar muy pronto, con la astucia de los autores que eliminan el código que fija esa barra en su portada, estacando momentáneamente la travesía y obligando al expedicionista a regresar un blog y dirigirse al siguiente seleccionado de manera aleatoria, o con los blogs automáticos de pornografía, con direcciones ilegibles, a los que uno llega (ellos saben) solamente cuando se emprende un viaje de este tipo.

En forma meramente ilustrativa, hago un viaje de diez paradas, partiendo directamente desde este blog:

http://kurtlarvadisipusu-tc.blogspot.com/

http://turkaningemisi.blogspot.com/

http://rainindoha.blogspot.com/

http://perrerac.blogspot.com/

http://youtubetopvideosofweek.blogspot.com/

http://jesusraptureme.blogspot.com/

http://desidames.blogspot.com/

http://jtnpenpals.blogspot.com/

http://youtubetopvideosofday.blogspot.com/

http://yariblogs.blogspot.com/

viernes, 21 de septiembre de 2007

Homogeneidad

No importa adónde llames para resolver cualquier inconveniente o inquietud, porque el escenario es siempre el mismo: en primer lugar, al otro lado del teléfono (o de un posible mostrador) hay alguien que seguro no entiende mucho, e independientemente del problema con el que uno lo esté aquejando, quiere vender algo, sea por una promesa de recompensa o por obligación; en segundo lugar, todos, pero todos los que hablan con uno por teléfono, sufren de la misma patología del lenguaje y el aparato fónico, muy propia de esta época, que los deja a todos hablando con una papa en la boca, tragándose las palabras, y reproduciendo la misma voz, sonando como pendejos (probablemente lo sean), como si todos estuviesen poseídos por el mismo espíritu de adolescente confundido; y por último, cuando uno habla y le dicen que lo van a volver a llamar, no lo llaman, y entonces uno tiene que llamar, y hablar, y entonces le preguntan "¿Usted con quién habló?", uno no sabe con quién habló porque todos se llaman igual, o parecido: una corriente de casualidad bizarra que amontona al otro lado de la línea a todos los Gustavos, Guillermos, Alejandros, Alejandras, Florencias o Marianos. Nunca habrá del otro lado una Eloísa, un Eliseo, un Ramón, un Ramiro, un Jeremías, una Susana o una Primavera.

Borracho

Abrazando una botella de cerveza con el brazo izquierdo y apretando un cigarrillo con dos dedos de la mano derecha, el borracho subió al colectivo. Lo primero que dijo fue "Ya te pago", pero no se dirigía al colectivero, sino más bien al aire alrededor de éste, donde posiblemente lo estuvieran ubicando sus ojos confundidos. Pero no pagó "ya", sino más bien un rato después, cuando desculó cómo era que el paisaje se movía estando él quieto.

Se le antojó poner las monedas cuando el colectivo se había detenido en la concurrida parada de Caseros y Montes de Oca (o Bernardo de Irigoyen, no sé exactamente cuál), y ahora la gente se agolpaba esperándolo, como de costumbre, sobre la vereda, en filas de gente apretujada que desparrama ansiedad. Por supuesto que el boleto no salió después de que el borracho pusiera todas las monedas. Esas cosas, sobre todo en momentos como ese, nunca salen de una. La máquina, en un gesto sumamente incompresible para el borracho (en un primer momento), le devolvió todas las monedas. Entonces los otros pasajeros fueron abordando la bestia azul, mientras él se sentaba despatarrado sobre un asiento, ocupando, con las piernas extendidas y el tufo que emanaba, un área que nadie se atrevía a atravesar, en la que había otros dos asientos.

Se ve que un pasajero se compadeció, y le dio diez centavos que le sirvieron al borracho para pagar el boleto. Le pidió al buen hombre que también le pusiera las monedas en la máquina, pero el buen hombre no fue tan bueno de ponérselas. Así que el borracho tuvo que levantarse de su asiento. Se tambaleo un poco hasta llegar a la máquina, todavía abrazado a su querida botella, y sujetando el cigarrillo barato, adornado con un aro de papel dorado alrededor del filtro.

Otros subieron después, y opacaron la gracia del borracho. Y él conversó con otro, que no sé si era también borracho, y le oí decir algo acerca de Rómulo y Remo y el parque Lezama. Entonces me di cuenta de lo extraño que era todo: la mención histórica, los zapatos de cuero lustrados, el ambo más o menos elegante, la camisa a rayas, la (muy estimada) cerveza sujeta con cuidado contra el cuerpo y el cigarrillo tambaleándose, pegajoso en los labios con fermentos de cerveza, que se agitaban al son de las conjeturas elucubradas por la mente aletargada del borracho.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Rojo, blanco y azul 152

Por supuesto que no todas las líneas de colectivos inspiran tanto terror como los bólidos tambaleantes de lata azul de la línea 46. En comparación con los tétricos, desvencijados y peligrosos 46, los colectivos de la 152 parecen salidos de un cuento de hadas. Viéndolos limpios, coloridos, envidiables (mecánicamente y en otros sentidos), impregnados con el olor del perfume y el dentífrico de los oficinistas conchetos que trabajan en la zona de Retiro y Catalinas (norte), Santa Fe, Marcelo T. y demás, resulta casi imposible creer que tengan las cabeceras de sus recorridos principales a cien metros de distancia. Claro que uno hace un trayecto sombrío y siniestro entre San Justo y La Boca cuando el otro llega hasta Olivos. Pero yo creo que esta debilidad geográfica se compensa por la manera en que se puede abarrotar de gente el 46. Sobre todo los domingos, con la fiesta del fútbol.

Y esto no se reduce simplemente a una serie de dicotomías y paisajes contrastantes, entre escotes perfumados de tetas turgentes o braguetas abiertas de pantalones de trabajo, patentes que empiezan con G y otras con B, manos de uñas limpias y nacaradas agarradas sensualmente del pasamanos contra la roña inmortal, imperecedera y subcutánea de unos dedos callosos y cansados, Retiro versus Constitución, o decenas de copias de El código Da Vinci (o cualquier otro ejemplar de literatura de kiosco de diarios) abiertas al mismo tiempo ante los ojos intelectuales, profundos y perspicaces del telemarketer en ascenso y la recepcionista de tetas grandes, culo redondo y neuronas hemiplégicas, algo muy distinto a la dificultosa lectura de la edición matutina de Crónica (o Diario Popular) al son del bamboleo rítmico y preocupante del colectivo.

No. La cuestión es mucho más profunda.

martes, 4 de septiembre de 2007

Irreconciliables 3

Como parte del suplemento ADNcultura de La Nación, se publicó una nota sobre la negativa influencia de la televisión ("Critican la influencia negativa de la televisión, duro prununciamiento de la Academia de Educación").

Por supuesto que el gran debate gira en torno de la estupidización global mediática. Nada nuevo, por lo menos en este blog desértico, incluso desde comentarios hechos sobre el tema. Una de las problemáticas instauradas por los opinadores aficionados que publican sus comentarios en la página de La Nación es la de que, justamente, la televisión no tiene nada que ver con la educación porque tiene como fin el entretenimiento. Esto quiere decir que:

1. El entretenimiento no siempre es educación.
2. A la televisión y a los dueños de los medios no les interesa educar a nadie, y, mucho menos, corromper a las amebas espectadoras de la fluorescente caja imbécil.

Y esto admite, a su vez, dos respuestas distintas:

a. No es necesario que el entretenimiento sea educación, pero el desfile de culos, tetas, chismes de verdulería y demás elementos vacíos de todo tipo de "cultura", tampoco puede considerarse, estrictamente, "entretenimiento"; si yo mirase algo que me "educara" y me sintiera "entretenido", se abriría el debate de lo que debería ser considerado entretenimiento, y en semejante terreno pantanoso esta opinión se va al carajo. "Educación" y "entretenimiento" no son términos excluyentes. La bajeza de los contenidos televisivos, por otra parte, es incuestionable.

b. A los opinadores aficionados se les escapa la cuestión mencionada en la nota sobre la importancia de la ley 22.285 (Ley Federal de Radiodifusión). Parece que es un problema bastante generalizado este de que la gente no sepa "leer". El artículo mismo señala la pertinencia de la ley (más allá del debate de si es o no obsoleta y debe ser modificada) como reguladora de los contenidos televisivos. La ley está hablando sobre lo que "está bien" y sobre lo que "está mal". Estaría bueno que las leyes se respetaran. Sobre todo cuando hablamos de leyes que no tienen por castigo la "censura", sino otro tipo de sanciones. La ley puede ser consultada acá.

Un párrafo de la nota me produjo un gran deleite:
Barcia, que preside la Academia Argentina de Letras, reforzó el sentido de la declaración y consideró que "es muy difícil recuperar el lenguaje en los adolescentes y jóvenes. Hace diez años dominaban un vocabulario de 1200 palabras; ahora, de sólo 600". Y, preocupado, vaticinó: "Recuperar un buen caudal léxico entre los jóvenes puede llevar dos o tres años en la universidad, si es que se alcanza".
Seiscientas palabras, probablemente incluyendo "che", "boludo", "boló", "cheto", "mierda" y "soda estéreo" (no sabemos si contarlas como una sola palabra o como dos). Muy poco. Y yo diría, en estrecha relación con esto, que si alguno de los adolescentes tipos que se usan como ejemplo llegan a la universidad, es de milagro. Aunque esto depende mucho de la carrera, y de la universidad también. Me siento tentado de dar ejemplos. Así que voy a recurrir a una selección de respuestas recibidas en el Foro de Estudiantes de Ciencias Sociales, UBA.

La primera respuesta que recibí después de "Lo rara que es la facultad", fue esta (30/11/2006):

veo tu post, leo tu post y y como respuesta me aparece un ¿DE Q HABLAS?!!!

existen cuestiones graves: el cbc es iu filtro! o sea pensa un recotr piensa "mmmmmm mira estas carreras largas, sería interesante hacerlas más largas y agregar cosas q resulten inutiles. o tengo otra idea q pasa si además le agregamos tramites engorrosos ¡bravo!" queno se me interprete mal, yo no estoy totalmente a favor de la anulación de cbc sino me parece q algunos materiales son transpasables a las carreras y otros no así q me parece mejor integrar las materias útiles a las carreras a las q sirvan. jajjaja regalar titulos? eso ya se hace, pero no creo q adecuar la carrera a los estudiantes sea regalar titulos, sino todo lo contrario: pensar q la carrera no tiene q ser algo separado de quienes la cursan.
además me parece muy fulera tu posiciónde "uy este tipo no va a terminar ni en pedo mejor no lo dejemos ni cursar"

por otro lado hay q tener cuidado con la palabra profesional porque uno cosa es el sentido de profesional de clase media (abogado, contador, administrador, etc.) y otra la de un....profesional de sociales? como? pro-fe-sio-nal de so-cia-les? mmmm creo q eso no existe: como se es un "comunicador profesional" eso me suena a alguien chismoso todo el día hablando por fono.

lo de los parciales es muy simple uno decide como estudia: yo tengo un compromiso con mi vida estudiantil, aquel q no quiera reflexionar escogió mal la carrera (en la facultad equivocada, en la universidad errada). gente macheteandose yo no tengo ningun problema, o sea esa gente no va a llegar a ningun lado (pensá que la tesina es el compendio de los "ejemplifique" y los "opine" . hasta ahora nunca me he negado a ayudar a alguien en un parcial (la unica vez q me pasó en la facu es en sociología del cbc q ayudé a un compañero (y terminó con buena nota!))

la fuente número 1 de deserción es la mala organización de la carrera y la poca información q brinda la uba (y elecciones) para q se escoja una carrera de forma; si existen quienes desertan porque esto tiene mucho material y quieren ser periodistas deportivos pero a entender esto se integra dentro de la excusa q di. la falta de capacidad no debería medirse dentro de la carrera eso supondría que la carrera es algo en un momento y en otra cosa posteriormente (y eso es verdad cbc no es carrera) pero eso no es un error de los estudiantes (creo q cualquier estudiante de cualquier carrera debería sentirse insultado (como me siento) por tu planteo sobre estudiantes a los q "no les da la cabeza". pienso q no se si es q te expresaste mal o que pero el post me parece lleno de cuestiones, "ejemplos" y "opiniones" de posiciones q avalan el arancelamiento, la educación como privilegio y la vida profesional como algo meritorio (cuando tenga al título lo voy a rellenar con polvos mágicos y me lo fumo)


A lo que yo, sutilmente, respondí lo siguiente (1/12/2006):

"LoDeMi", te voy a contestar con buena leche y con mala educación, porque me parece más divertido:
De buena leche, te digo lo siguiente: todo es opinable. Mi opinión y tu opinión no están ni bien ni mal. Son opiniones, y todos tenemos derecho a decir lo que pensamos. Por tal motivo no voy a repetir lo que dije otra vez. Lo que no voy a dejar pasar es que se me repruebe con falsas imputaciones que me son adjudicadas erróneamente. “uy este tipo no va a terminar ni en pedo mejor no lo dejemos ni cursar”, que según te parece resume gran parte de lo que digo, no es lo que yo estoy planteando. El razonamiento es este: si para vos el CBC es un filtro, es porque restringe el acceso directo a la universidad; el CBC es, en esencia, un conjunto de materias que, supongamos (porque concedo el punto en el que planteás acerca de si son materias adecuadas o no), guardan relación con la carrera elegida, más dos materias especiales comunes a todos los aspirantes, sin importar cuál sea el área de su elección. La acción de “filtro” del CBC está en que si no se aprueban esas materias, no se accede a la universidad. Si estas materias son un filtro y son una barrera, entonces el aspirante va a tener serias dificultades en los años venideros. Si la complejidad de las materias del CBC, que en efecto (creo yo) se encuentran en un escalón por encima de la educación media y uno por debajo de la universitaria, resultan ser un verdadero obstáculo, entonces esa persona no será capaz de enfrentar con éxito las dos decenas y pico de materias que debe aprobar a lo largo de la carrera. Hasta acá la respuesta a una de tus objeciones.
La segunda cuestión es la del uso del término “profesional”. Te cito, compañero: “como se es un "comunicador profesional" eso me suena a alguien chismoso todo el día hablando por fono”. Y este punto te lo concedo a medias. Porque un egresado no es un “comunicador”. Comunicadora es la tía Palmira que bate los chismes del barrio en la verdulería, y también un periodista, y en tal sentido, cualquiera que diga algo. Uno se recibe de “Licenciado en Ciencias de la Comunicación”. No sé de dónde sacaste que “comunicador” es el término ideal para referirse a los egresados de la carrera.
“el cbc es iu filtro! o sea pensa un recotr piensa "mmmmmm mira estas carreras largas, sería interesante hacerlas más largas y agregar cosas q resulten inutiles. o tengo otra idea q pasa si además le agregamos tramites engorrosos ¡bravo!” Yo no sé lo que piensa un rector. No adivino cosas que pasan. ¿Me pasarías las fuentes que sustentan tu afirmación? El tema de verdad me resulta interesante.
Y por último, y te vuelvo a citar: “creo q cualquier estudiante de cualquier carrera debería sentirse insultado (como me siento) por tu planteo sobre estudiantes a los q "no les da la cabeza”. Creo que todos vamos a estar de acuerdo en que el único requisito que impone la educación es la inteligencia. Dije que: “Si no te da la cabeza para completar una carrera universitaria, qué digo una carrera, sólo seis materias, hay un montón de otras cosas para estudiar que no requieren las formalidades intelectuales exigidas por la universidad”, y también “Sólo porque la Universidad de Buenos Aires sea pública y gratuita no quiere decir que todos pueden completar una carrera. Todos tienen derecho a ingresar, pero no todos egresarán”. Esto es a lo que estarás refiriendo. No dije que a los estudiantes no les da la cabeza, refiriéndome a todos los estudiantes. Digo que es muy probable que a muchos no les dé la cabeza. Esto no es un insulto. Es una realidad. No es discriminación. Es cierto. No todos pueden ser “universitarios”. Pero esto, compañero, no quita que todos tengamos el “derecho” a intentarlo, cuando menos. Por eso pienso que es momento de dejar de justificar nuestras acciones y esperar que nuestras ambiciones o deseos se realicen sólo porque tenemos un derecho a. En la cabeza del estudiante está el filtro, no afuera. Y si no te da, compañero, no te da.
Ahora, con mala leche:
Creo que sos la víctima de mucha lectura panfletaria de pasillo universitario. No sé de dónde habrás sacado la idea de que los “profesionales” son sujetos acomodados en la clase media (“hay q tener cuidado con la palabra profesional porque uno cosa es el sentido de profesional de clase media (abogado, contador, administrador, etc.) y otra la de un....profesional de sociales?” . Para dirimir la cuestión, te cito lo que dice el diccionario. Es un libro con muchas palabras y definiciones. Dudo que hayas tenido contacto asiduo con uno, compañero. “Profesión” es: “Género de trabajo habitual de una persona, oficio: ejercer una profesión”. Sinónimos (palabras distintas con el mismo significado) son “actividad, arte, carrera, ocupación, oficio”. Y “Profesional” refiere a: “Pertenecer a la profesión […] Dícese del escritor, pintor, músico, jugador deportivo, etcétera, que realiza su trabajo mediante retribución, por oposición al aficionado”. O sea que lo que decís es una idiotez grosera. No busques un doble sentido siniestro y fascista en todo lo que leas, compañero. Así, a simple vista, parecés una persona muy interesada en formarse, aunque de alguna manera te hiciste como impermeable a los cuatrimestres que llevás cursados leyendo y leyendo (quisiera pensar que no son muchos, porque si hablás así no quiero ni saber la que nos espera al resto), tanto que ni se nota que alguna vez agarraste un libro. Te digo esto compañero: como comunicador vas por buen camino; como licenciado, no.
Por otro lado me recriminás que los estudiantes deberían sentirse ofendidos conmigo sólo porque di a entender la verdad fundamental de que no todo el mundo es suficientemente inteligente como para completar una carrera universitaria, mientras vos, por otra parte, le decís a los periodistas deportivos que se olviden mejor de estudiar esta carrera en palabras poco amistosas (“si existen quienes desertan porque esto tiene mucho material y quieren ser periodistas deportivos pero a entender esto se integra dentro de la excusa q di” . Ni se te ocurra decirme que los “periodistas deportivos” que desertan lo hacen porque se dan cuenta de que no es lo que querían estudiar; tu argumento, compañero, es que “esto tiene mucho material” para ellos. Supongo que es la carrera a lo que te referís. La verdad yo no sé si los periodistas deportivos tienen poco material a su disposición en las escuelas que los forman. Caramba. Ahora que lo pienso, hay escuelas que forman periodistas deportivos. Es raro que vengan a estudiar eso acá.
Y esto es directamente otra idiotez, fruto de horas de lectura panfletaria, barata y de mala calidad, recogida sin inhibiciones en los pasillos de la facultad: “el cbc es iu filtro! o sea pensa un recotr piensa "mmmmmm mira estas carreras largas, sería interesante hacerlas más largas y agregar cosas q resulten inutiles. o tengo otra idea q pasa si además le agregamos tramites engorrosos ¡bravo!"”. Che, ¿qué rector dice esto? Está re bueno. ¡Ah! Ahora entendí. O sea que el CBC es un bache que el rector puso (y con mucho placer) para complicarle la vida a los estudiantes.
“gente macheteandose yo no tengo ningun problema, o sea esa gente no va a llegar a ningun lado (pensá que la tesina es el compendio de los "ejemplifique&q uot; y los "opine" . hasta ahora nunca me he negado a ayudar a alguien en un parcial (la unica vez q me pasó en la facu es en sociología del cbc q ayudé a un compañero (y terminó con buena nota!))” El doble discurso dejálo de lado, niño. Si la gente macheteándose no es algo que te resulte ofensivo porque “no va a llegar a ningún lado” (una frase que, dicho sea de paso, es casi como decir que no les da la cabeza, además de que acepta el hecho de que algunos no serán personas de éxito en la vida), y aparenta ser una cualidad que reprobás en la gente, no podés decir después que no sólo te prestaste a ayudar a un compañero, sino que también ves con buenos ojos que se haya sacado una buena nota por eso, que además de hablar mal de vos, habla mal de él.
“no se si es q te expresaste mal o que pero el post me parece lleno de cuestiones, "ejemplos" y "opiniones" ; de posiciones q avalan el arancelamiento, la educación como privilegio y la vida profesional como algo meritorio (cuando tenga al título lo voy a rellenar con polvos mágicos y me lo fumo)”. Me tocaste el corazón. Miro para abajo y te contesto lo siguiente: la cuestión de arancelar o no arancelar no tiene nada que ver con lo que dije, y lo poco que rescataste e intentaste, criticar y rebatir, a mi juicio de manera infructífera, de mi “post”, lo torciste para que se acomodara a lo que vos querés decir. Dije otras cosas más importantes y las dejaste de lado, o porque pensás como yo, o porque no se te ocurre qué decir. Bajo ningún concepto la universidad pública debería arancelarse porque es un derecho humano fundamental el de acceder a la educación. La educación, compañero, es un “privilegio” en tanto debe encontrar una mente afín que la sepa valorar y apreciar. No es un privilegio de clase ni nada por el estilo. Se supone que la educación enriquece la vida del individuo, porque el conocimiento es algo que se aprecia cuando se tiene, y no creo que vos puedas hacer mucho más que desearlo porque no te veo ni cerca. Ojo: esto no es un insulto. Lo decís vos mismo: “cuando tenga al título lo voy a rellenar con polvos mágicos y me lo fumo”. O sea que no te importa, y está muy bien, porque el único uso que le vas a poder dar a tu título (si alguna vez alguien te lo llega a dar) es el de receptáculo de tus polvos mágicos. ¿”Vida profesional como algo meritorio”? No hablo de eso. Pero no puedo más que agradecer haberme topado con alguien como vos, que es viva prueba de lo que yo quería decir en un principio.
Vi tu “post”, leí tu “post”, y te doblé la apuesta. La próxima vez, “comunicador”, acordáte de las comas, los signos de puntuación, interrogación y exclamación; de la coherencia general y, si no es mucho pedir, intentá escribir algo más o menos decente, es decir, hacé todo aquello que te dé la impresión de que te estás acercando a ser un “más o menos estudiante más o menos respetable”. Yo me tomé mi tiempo para contestar, sugiero que intentes lo mismo.
Saludos cordiales, compañero.

(En lectocomprensión van un poquito mal)

El único mérito de la respuesta mía es no dejar abierto el problema planteado por el "compañero" LoDeMi. Pero he ahí un ejemplo de universitario.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Debates

Escribí esto el año pasado, justo cuando estaba terminando el año "académico". Lo publiqué en un foro de estudiantes de Ciencias Sociales de la UBA, donde (milagrosamente) todavía hoy sigue en pie, junto a las furibundas respuestas a las que dio lugar en el lapso de unos días, convirtiéndose en uno de los debates mas populares y agitados de ese foro-reducto de ignorantes e imbéciles. Por supuesto que las respuestas que recibió esto (y las que yo escribí en su lugar) son bastante más divertidas que esto en sí, que, en realidad, parece más un manifiesto que otra cosa.

Lo rara que es la facultad

Estaba dando el último parcial del cuatrimestre cuando, mientras veía machetearse a una pendeja sentada a dos bancos de donde estaba yo, pensé en lo rara que es la facultad. Claro que le presté atención apenas un ratito, porque era más importante escribir sobre el derecho a la intimidad que ponerme a pensar en toda la dedicación que había puesto en acomodarse detrás de las anchas espaldas de un compañero para evitar la mirada de los profesores que, mientras tanto, charlaban. El fondo de la cuestión es que por más nobles que parezcan las intenciones de la facultad, los profesores nunca van a poder precisar si uno estudió de memoria o si sabe en serio de lo que está hablando, y esto es como pretender que durante la vida profesional uno se lo pase haciendo memoria de lo que estudió evitando recurrir a un libro o cualquier otra fuente de información. Algunos profesores dirían que esto es una estupidez, y que si uno entiende los conceptos no va a tener problemas para responder las preguntas del parcial. Pero lo cierto es que muchas veces uno puede entender el concepto de género y estilo y al mismo tiempo pasar por alto alguna de las proposiciones de Steimberg. “Si yo la sabía esta, ¿cómo era?”. Con esta frase se evidencia que uno siempre, o casi siempre, estudia de memoria (lo que no quita que entienda de lo que está hablando), y que con mayor frecuencia de la que yo preferiría, las consignas exigen más las virtudes de la memoria que las del pensamiento reflexivo. Es común que a los que estudian de memoria el globo se les pinche cuando al final de la consigna aparece el imperativo de “Ejemplifique”, o a veces, también, “dé un ejemplo cotidiano reciente”, diferencia que varía según la prosa del docente. Si la mayoría de los parciales fueran a libro abierto y con preguntas que pidieran ejemplificar e interpretar sobre lo leído, no sólo los profesores sabrían con certeza quién sabe y quién no, sino que desaparecería el flagelo del machete y el arriesgado “pasáme la dos y la cinco, que no entiendo” en un susurro inaudible y demás trampas de aula para zafar del final o el aplazo, junto con la mayoría de los nervios angustiosos de los estudiantes que pueden nublar incluso a la mente más preparada y dispuesta, porque los conocimientos de uno no se escapan a la memoria jamás: lo que uno entendió no se pierde. De esta manera la facultad podría decir con más orgullo (y seguridad) que está formando profesionales. Con un buen diccionario de sinónimos y alterando el orden de las ideas según aparecen en el párrafo, los que estudian de memoria pueden esquivar ser detectados y despistar al docente diciendo lo mismo que el texto pero de otra forma, que en esencia es lo que hacemos siempre y en todos los exámenes. No se pueden hacer trampas si a uno le piden ejemplificar, o peor todavía, dar “su opinión”. Para eso no hay machete que valga ni respuestas cuchicheadas de un banco a otro del aula que no sean riesgosas. Claro que es muy difícil que esto sea posible alguna vez. Los compañeros-camaradas de los seudo partidos seudo políticos están más interesados en abolir el CBC (lo que posiblemente sea una opinión más generalizada de lo que uno puede creer) con la creencia estúpida de que es un filtro represivo y un instrumento político, sumamente artificioso y artero, sea ya del Gobierno o de la oligarquía o de la aristocracia o vaya uno a saber de qué instancia o qué sector, con el demoníaco fin de evitar y prevenir la “iluminación” masiva del pueblo en la universidad pública y gratuita. Lo cual es una idea muy estúpida también, porque si un estudiante no logra atravesar las materias del CBC con flagrante éxito, ¿qué indicios existen de que pueda completar una carrera universitaria? En ese sentido todo sería un filtro, todo lo que dificulte y sea un obstáculo en la carrera hacia el diploma. Y en ese sentido entonces están pidiendo que les revoleen el título por la cabeza sin mover un dedo o ejercitar media neurona. ¿Esto es discriminación? Claro que no. Si no te da la cabeza para completar una carrera universitaria, qué digo una carrera, sólo seis materias, hay un montón de otras cosas para estudiar que no requieren las formalidades intelectuales exigidas por la universidad: plomería, albañilería, electricidad, reparación de PC y armado de redes informáticas, edición de audio y video, etcétera, etcétera, todo con mucho futuro. Sólo porque la Universidad de Buenos Aires sea pública y gratuita no quiere decir que todos pueden completar una carrera. Todos tienen derecho a ingresar, pero no todos egresarán. ¡Ánimo! Si Gabriel García Márquez, que siempre tuvo dificultades para diferenciar la ge de la jota y ni alcanza imaginar las palabras que empiezan con hache, fue premio Nóbel, ¿por qué pensar que no hay vida si no se pasa exitosamente por la universidad? Hay que hacerse cargo de lo que uno puede y no puede hacer, de lo que sabe y no sabe, y de aceptar que tal vez lo mejor sea seguir algo relacionado con aquello que le resulte fácil (o menos complicado) hacer, donde es más factible que tenga éxito. Es cierto que otros motivos contribuyen a la deserción universitaria, además de la falta de inteligencia o capacidad, y es cierto que muchos de estos motivos tienen su origen en lo económico. Pero ninguno de ellos interesa a los fines de esta sencilla y humilde observación que nace sólo de mi desprecio por el estudio en el sentido que impone la facultad, y en la desilusión repetida cuatrimestre tras cuatrimestre de horas de clase que resultan totalmente inservibles cuando uno en la tranquilidad de su casa podría haber extraído de los apuntes de la cátedra todo lo necesario para dar ese examen mísero, tan mísero y tan irrelevante que cualquiera más o menos tramposo puede sortear lo mismo que quien ha estudiado y sabe de qué se trata. ¿Cuánto malestar se evitaría si en vez de estudiar y memorizar, a uno lo hicieran pensar? ¿Cuántos se alzarían en contra de esta idea tildándola de antidemocrática, tiránica, soberbia, fascista (lo que no sería raro en el mundo políticamente bipolar de zurdos y fachos construido en los pasillos universitarios, o mejor dicho, de la Facultad de Ciencias Sociales, sede Parque Centenario, que es el universo que conozco) y le desearían el mismo destino que al CBC?

domingo, 2 de septiembre de 2007

Azul 46

Los colectivos de la línea 46 son armatostes pesados de latón que se agita cuando están en marcha, suelo que tiembla cuando frenan, y a poco de andar uno se da cuenta de que los empuja más la Divina Providencia que el movimiento de las correas y los engranajes de un motor ruidoso, preocupantemente estrepitoso, que echa remolinos de humo negro cuando arranca. Los surcos de las llantas están gastados, y los asientos cuelgan libremente a causa de las soldaduras desprendidas de los caños mugrientos que los atornillan al piso medio corroído por el monóxido de carbono y las desgracias de transitar caminos de barro y basura por tres villas distintas en su camino siniestro desde La Boca hasta San Justo.

Una vez escuché a uno de los choferes comentarle a una compañera de viaje ocasional que los colectiveros de la línea sufrían asaltos pistola en mano con tanta frecuencia que la empresa estaba acostumbrada a otorgar licencias con goce de sueldo a quienes hubieran sido víctimas de un robo, o una ocasional toma de rehenes a bordo, y también a brindar asistencia psicológica para menguar los terrores de la vuelta al trabajo. De este tipo de línea estamos hablando.

Antes de viajar, uno sabe en lo que se está metiendo nomás de ver la carrocería vacilante y sujeta al chasis por la gracia de Dios, toda pintada de azul: un azul de mierda, brillante, eléctrico y berreta. Parece que hubieran salido así de la concesionaria cinco o seis años atrás, pintados de un azul basto, desprovisto de rayas, u otro color. Es más: la pintura parece una especie de plastificado que un arañazo podría desprender en cualquier momento.

Los recorridos del colectivo son peculiares. En primer lugar, porque es frecuente que alguno se rompa y uno tenga que esperar media hora (o más) hasta que llegue otro, así que los recorridos, en el mejor de los casos, suelen ser un evento extraordinario que uno presencia de milagro. Pero además, porque es la única línea de colectivos que a mi entender pase por la puerta de tres estadios de fútbol: La Bombonera, el Tomás A. Ducó de Huracán y el de San Lorenzo de Almagro. Pensando esto, es fácil entender el porqué de los amortiguadores desvencijados, los motores fatigados, y los surcos de las llantas erosionados. Me imagino a los feligreses del fútbol dominical trepándose en el techo del colectivo para ir a la cancha, y me sorprendo de que los techos sean un lugar más seguro para viajar que el interior del colectivo.

A veces, por la mañana, en Constitución, se llena tanto que es imposible respirar, en parte por la gente apretujada, pero también por el olor a cigarrillo y vino fermentado de algunos pasajeros. Y cuando termina de subir toda la gente, se nota en la pereza del motor que apenas arranca el peso excesivo que lleva a cuestas y la desidia del colectivero que maneja, y a veces pregunta, estando en un paso a nivel de barreras caprichosas con premoniciones de trenes que nunca llegan, si nosotros (los desdichados pasajeros) estamos de acuerdo con que él las pase aunque estén bajas, viendo que se trata de otro espejismo ferroviario.

Además de las fallas mecánicas que los postran en medio de la nada bastante seguido (empiezo a pensar que se trata más bien de un fenómeno estacionario, porque en verano se da más que por estos días, salvo que yo sea bastante suertudo), los 46 tienen una tendencia a chocar, prominentemente exhibida en los medios.

Espectacular accidente en Montes de Oca, el 18 de mayo de este año. (con espectacular video-relato de Guillermo Lobo en TN).

Asombroso choque en Parque Avellaneda, 24 de julio de 2007.


La modernización de la línea 46 no es una utopía. Al principio, cuando lo vi por primera vez, pensé que era un espejismo, pero ya lo vi tres veces y sé que hay una moderna unidad de piso bajo pintada de blanco y azul, con patente que empieza en E o F.

Quien quiera saber cuándo pasa el próximo 46 (probablemente para evitarlo) por la parada más cercana a su domicilio, puede averiguarlo acá.