sábado, 2 de junio de 2007

Estupideces

Algunas cosas que tiene por costumbre la gente no sé si se tratan de estupideces o qué. Tildarlas de estúpidas puede resultar una pedantería soberbia, pero no encuentro un adjetivo que albergue tan bien las propiedades de estas (algunas) costumbres.

Digamos que hay un almacén que vende cosas sueltas, donde el dueño es un anarco redomado con pintoresco desprecio por los supermercados (en particular los de las grandes cadenas y los chinos, pero más allá de la cuestión nacional/inmigratoria), y a cuya entrada suele formarse una larga fila de personas que esperan su turno sobre la vereda. Digamos también que el espacio dentro del almacén es reducido, tanto por el limitado tamaño del local como por una multitud de bolsas gigantescas de varios alimentos secos (para consumo humano y animal) y por las personas que se encuentran dentro y están siendo atendidas, o serán atendidas próximamente. A mí me tocó llegar cargado de bolsas en un momento decisivo para la naturaleza existencial de la cola de gente: apretujarme detrás de la última persona y permanecer dentro del local, o distanciarme y quedarme fuera. Decidí quedarme fuera. ¿Qué relevancia podría tener?

Calculé que cargado de bolsas iba a ser muy difícil ubicarme dentro por lo angosto del pasillo, y que era estúpido apretujarse dentro porque la gente que había sido atendida no podía salir con comodidad. Yo estaba convencido de una cosa que una estúpida mujer puede o no haber aprendido hoy.

Viendo que yo estaba todavía fuera mientras la fila avanzaba, me preguntó:

"¿Usted va a entrar?"

A lo que yo no respondí con un simple sí, porque tenía la intención de quedarme donde estaba, lo que hubiera suscitado de su parte un "¿Y por qué no entra?". Entonces pasé a dar las razones:

"No te van a atender más rápido por estar más cerca o más adentro. Y además, la gente no puede salir. Hay que dejar salir a la gente".

A esto siguió una gran cara de culo de la mujer. Puede ser por lo que le dije, o por cómo se lo dije, o por la mueca de falsa sonrisa que le puse, o por las tres cosas. Sinceramente no me interesa.

Lo que me interesa es la estupidez de pensar que tu ansiedad se soluciona apretujando al que tenés delante como si el otro estuviera impidiendo tu derecho de comprar. Estúpida, ¿no te das cuenta de que te atienden por orden y que estar más o menos cerca del mostrador es irrelevante? Y esto pasó hoy, al mediodía, en un día de sol y con una temperatura agradable, de manera que su enojo y sorpresa no puede ser de ninguna manera atribuidos a la desgracia de la ola polar o la lluvia ocasional y poco oportuna que te agarra en el peor lugar y de la que es imperativo guarecerse a costa del calor y la presión humanas que traen consigo las filas de personas estúpidas y ansiosas.

Y no pasa sólo en el almacén: yo lo he visto en el banco, en la parada del colectivo, en la facultad...

1 comentario:

Sol! dijo...

Imagino la CARA y la VOZ con la que se lo habrás dicho jejejeje. Bien por vos.