viernes, 7 de diciembre de 2007

Despedidas 3

Bueno. Fue hora de decir adiós hace unos días. Nada complicado.

Supuse que era el momento adecuado, después de ver que yo había sido considerado sospechoso de cometer un grave hecho de traición, de poner palos en la rueda, o vaya uno a saber qué cosa exactamente. Cuando un jueves llego a la empresita y me cierran la puerta en la cara, supe que algo malo había pasado. Enseguida deduje que había desconfianza.

Y eso es simplemente intolerable. Un poco porque uno tiene orgullo y honor, pero también porque no se puede estar en un lugar donde se desconfía de uno. Uno que nunca hizo nada. Ya lo creo. De cualquier manera, la empresita era un lugar donde la desconfianza siempre fue una cosa un poco muy bastante corriente todo el tiempo. Creo que el término de todo eso es paranoia. Sí, gente perseguida. Lo que no es de extrañar, ya que tuvieron uno, dos, varios problemas en el pasado, algunos bastante graves, y otros que están sin resolver. ¿Quién podría culparlos? Yo no.

Pero la paranoia y la desconfianza son muy distintas de la ignorancia. Y en realidad esto se trata de la ignorancia. Es como el gran problema de los contadores. Creo que es la mejor metáfora para explicar el tema de la ignorancia. Uno recurre a los contadores por diversos motivos: porque necesita cerrar un balance, presentar formularios contables, pagar impuestos, pagar multas, lavar dinero. En fin. Los contadores son capaces de hacer muchas cosas. Cosas que uno no sabe hacer, o no tiene el poder para hacer, como firmar un balance. Entonces uno recurre a un matriculado profesional señor contador que, en el mejor de los casos, resuelve el inconveniente presto y pronto. Algunos contadores vienen programados en dos modalidades distintas, de las que es mejor estar sobre aviso. Porque mientras unos trabajan de manera predeterminada lícitamente, otros lo hacen ilícitamente. De manera que uno les tiene que avisar si esa cosa en particular, ese impuesto o ese balance, lo tienen que hacer como corresponde, o como no se debe. Esto funciona según el interés del cliente, que algunas cosas prefiere hacer bien y otras no tanto. Así que es un gran problema cuando uno quiere fraguar alguna cosa y le toca un matriculado contable señor doctor contador que hace las cosas bien todo el tiempo, todas las veces, o cuando uno quiere pagar sus impuestos y multas y tiene trabajando para él a un matriculado contable señor doctor contador que se mueve en ambientes oscuros y maneja técnicas elusivas y sórdidas que convierten un suculento impuesto en migajas, o cuando no desaparece por completo.

Pero me desvié de la cuestión.

En fin, la metáfora es que uno recurre a un matriculado contable porque no le queda otra, porque existen cosas de las que uno no sabe, o no puede manejar, cuya interpretación solicita a uno que sí sabe, o supuestamente sabe, o en el peor de los casos no sabe, pero se defiende con una buena labia. Así que en este caso hubo ignorancia desde el momento en que supusieron que yo hice algo que jamás hubiera hecho, porque nunca entendieron qué era lo que yo hacía, ni supieron cómo hacerlo, y tampoco saben hacerlo hoy. Para algunas personas, una computadora es algo indescifrable.

La cosa es muy simple. ¿Por qué habría yo de cambiar la clave de acceso a un sistema contable cuando las cosas me indican que, primero, el único sospechoso sería yo; segundo, hay problemas judiciales por todas partes y con todo el mundo que alguna vez pisó la empresita, salvo conmigo; y tercero, no tengo motivos para hacerlo después de haber sobrevivido a una dura batalla que terminó en la toma del poder de la empresita por parte de una facción familiar distinta de la que reinaba? Las respuestas son obvias. No lo habría hecho porque hubiera quedado indefectiblemente pegado. No lo haría jamás porque tampoco ese es mi estilo, sobre todo considerando que cuatro años atrás, cuando me hicieron esclavo, yo era un pendejo de 18 mucho más inocente y crédulo que hoy. Nunca lo hubiera hecho porque carezco de motivos, especialmente después de que mi lealtad fuera puesta en juego en varias ocasiones después de la toma de poder. L. B. C. hubiera hecho otra cosa. L. B. C. se fue volando de una patada.

Yo me fui con altura.

Dos cosas aprendí el lunes. En primer lugar, que ellas se habían dado cuenta de que yo jamás hubiera hecho lo que ellos me dijeron que hice el día que me cerraron la puerta en la cara, y el día siguiente, cuando me lo notificaron con una carta documento. En segundo lugar, que una semana antes del martes 13 habían desaparecido de manera misteriosa $ 2000 escondidos en una carpeta colgante dentro de un cajón en el piso de abajo, en un escritorio que no era el mío, en un lugar que no era en el que yo me sentaba a trabajar. Ni siquiera era en el mismo piso. Así que la paranoia era entendible. Lo mismo que la reacción ignorante sin mucho cuestionamiento. El arrepentimiento fue tan grande, que aseguraron pagar los días de suspensión que me dieron por algo que no hice. Eso es simplemente genial.

Pero no tengo motivos para preocuparme. De hecho, tengo algunas cosas que agradecer.


Gracias a ellos, tengo otro trabajo, mucho mejor que el anterior. Los beneficios son excelentes.

Gracias a ellos, aprendí muchas cosas del mundo real que hubiera tardado mucho en aprender de otra manera.

Gracias a ellos, tengo toneladas de material literario para escribir un gran libro, con buena parte del material que ya está trabajado.

Gracias a esto, ya sé cómo termina la historia.

De ahora en más, es un viaje de ida.

Un viaje de ida que va a pasar por otro blog que ya levanté con mi nombre y apellido. Un blog exclusivo para exponer no sólo aquellos dramas interesantes, sino también para desarrollar y dar forma a todo ese gigantesco, grandioso, enorme y casi inagotable material literario que me regalaron día tras día.

Espero que la memoria me acompañe.

http://odelbor2.blogspot.com está al aire para probar el diseño del nuevo blog exclusivamente literario, que en cuanto esté prolijo espero abrir.

Estuve metiéndome con el html y el css y es una batalla que está a punto de ser ganada.
El código no es elegante, pero hasta ahora resultó funcional.

Será cosa de esperar y ver qué sale.

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