martes, 31 de julio de 2007

Descubrimientos

Hace poco más de un año visité a mis abuelos en Tucumán, junto con mi padre. Tucumán, turísticamente hablando, por lo menos, es un lugar que no parece recibir la atención que merece, lo mismo que la mayoría de los abuelos. Saqué unas cuantas fotos. Casi todas salieron bastante bien. Hoy estaba buscando una para cambiar la foto de San Javier que figura en la cabecera del blog cuando me topé con esta:


Es una foto muy linda que saqué en Tafí del Valle, poco antes de que se nublara y nos cagáramos de frío. Como se puede ver, Tafí del Valle es un lugar muy lindo. Salvo para los chicos que viven ahí, que cursan el año escolar al revés que los de Buenos Aires porque en invierno les nieva y hace frío y se los lleva el viento, que si los agarra entonces nunca más los vuelven a ver, o aparecen en otro lado o en el fondo de un valle entre los cerros revueltos de caminos serpenteantes que hay que soportar para llegar desde San Miguel hasta ese manchón de naturaleza bizarra que es Tafí, con sus desiertos a un lado y montañas insondables de vegetación exagerada al otro. Me gustaba mucho esta foto, y pensaba ponerla en la cabecera del blog, hasta que vi ese poste de luz en el medio, cagándolo todo. Entonces pensé que sería posible, con un poco de ingenio y de paciencia, modificar la foto. ¿Existiría algún programa para edición de fotografías? Por supuesto. ¿Quién no escuchó hablar del Photoshop? Yo lo conocía. Entonces me pregunté si serviría para lo que yo necesitaba, porque hasta donde podía imaginar, y por lo que uno sabe o supone o le dijeron, el Photoshop servía para recauchutar las arrugas de un gato viejo, una vedette en desgracia, desvanecer la celulitis de la putita de turno mostrando el culo en una revista o levantar la gloria a través de redondear las tetas de otro gato viejo necesitado de prensa. Hoy descubrí que hay más en el Photoshop que la cosmética informática.

Así que retoqué la imagen y borré ese poste de porquería:


Sorprendentemente funcionó. En unos veinte minutos deduje cómo se hacía, qué herramientas necesitaba, y borré ese palo de cuarta. Por supuesto que nadie es perfecto, y quedó un leve rastro en la foto donde estaba el poste antes, en el borde inferior. Pero lo corregí, y luego de aplicar un sutil efecto de desenfoque y aclarar la imagen, darle más brillo y color, la foto de Tafí del Valle me quedó mucho mejor:

Evidentemente, hay más en el Photoshop que desnaturalizar la gracia corporal de un gato para el ratoneo onanístico de las masas imbéciles que miran televisión abierta y compran revistas de cuarta. Puaj. Tanta idiotez pululando me revuelve el estómago. Si hay algo que no soporto es la estupidez. Yo soy paciente, pero con un estúpido o una estúpida simplemente no puedo. No es que mirar televisión abierta sea signo de estupidez. O a lo mejor sí lo es. Pero no es lo que digo. Hace meses que no miro nada de televisión abierta privada por más de una hora. Mucho menos a la noche. No es sólo que no me gustan los programas, sino también que cuando me detengo en un canal en particular, sobre todo a la noche, siento que se me mueren las neuronas.

Estaba en Tucumán cuando se hizo la primera edición del mogólico "Bailando por un sueño". Lo vimos con mis abuelos. Ya era patético entonces, pero lo de ahora ni le llega a los cayos de los pies. Las malas palabras que tendría que usar para describir la emoción que me produce semejante vagón de imbecilidad, me dan vergüenza escribirlas acá. Pero son muchas, y hasta mucho peores de las que soy capaz de imaginar o componer en un mal día.



Pero la imagen quedó re bien.

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