martes, 17 de julio de 2007

Nascentes morimur

Pareciera ser que cuando las cosas se dicen en latín tienen más sentido o resultan más importantes que cuando se pronuncian en el idioma vernáculo. "Nascentes morimur" significa algo así como "desde el momento en que nacimos, nos empezamos a morir". Nascentes morimur es casi lo mismo que decir "La vida es una enfermedad terminal, muy pero muy larga" (lo que está acá). En los labios del César, esto es una profunda reflexión, una perspectiva de las cosas digna de un emperador, un indicio de un entendimiento penetrante de las cosas vivas y muertas, que fueron, son y serán. En los de un contemporáneo, decir algo como esto es algo que probablemente conducirá a un análisis cuidadoso del autor por parte de quien lo escucha, o a varios años de terapia, donde a través de la frase se asoman profundos y peligrosos traumas con amenazas de suicidio o depresión.

La frase forma parte de ese universo de cosas que varían con el tiempo. Por ejemplo, los avistamientos de vírgenes y santos que han popularizado a un gran número de personas, que eventualmente fueron canonizadas por la Iglesia Católica. Que salga alguno a decir que se le apareció la Virgen María mientras lavaba los calzones en el arroyito, a ver qué le pasa hoy en día. Además, me gustaría entender cómo es eso de que la Virgen María es siempre la misma por más que hablemos de la Virgen de Itatí o la Virgen de Luján. Son como "encarnaciones", pero esa no es la palabra. Mi abuela sabe cómo se llama eso. Si alguien sabe me gustaría que me lo diga. Y que me explique esta cosa de que se trata de la misma Virgen siempre. Porque me parece que yo soy demasiado estúpido para imaginar o deducir una respuesta.

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