domingo, 6 de abril de 2008

Sol naranja, auf wiedersen

Dormí tres horas de siesta a la tarde, así que no tengo sueño. Empiezo a recorrer blogs, empezando por los que tengo en mi lista de favoritos. Saltando comentarios de uno a otro, visito otros blogs. Algunos patéticos y pretenciosos. A lo mejor como éste. Pero eso no importa.

Eventualmente, llego a un blog autoproclamado por uno de sus miembros como "Blog de comunicación y sarcasmo", donde puede haber, sí, algo de comunicación, pero muy poco de sarcasmo, salvo que (no creo que es el caso) el sarcasmo esté en decir que tiene sarcasmo cuando realmente no lo tiene. Lo cierto es que ellos hicieron un horripilante corto llamado "Latido final". Me pareció una porquería, como muchos otros cortos que he visto (aunque no todos, porque los hubo buenos y mejores), y eso puede deberse a una cierta soberbia, y hay días en que pienso que es así, aunque también pienso que no, y que son realmente una porquería. Pero eso no importa.

Mientras miraba "Latido final" me acordaba del cuento de Poe del corazón delator. Después vi que le reconocieron debidamente la idea original. "Latido final" es malo, muy malo. Y sus miembros se sienten orgulloso de él. Pero eso no importa.

Leí los comentarios que habían recibido. Uno de los cuatro comentarios había sido escrito por "magdalena", quien elogiaba el corto "Latido final", instaba a que sus realizadores continuaran creando "sentido", una palabra muy común en el léxico de los estudiantes de comunicación, los que tienen sarcasmo, y los que no, y, como quien no quiere la cosa pero en el fondo sí la quiere, promocionaba su propio corto, "Sol naranja". Eso es lo importante.

Porque "Sol naranja" resultó ser una especie de mojón para lo que no hay que hacer, pero de una forma muy diferente a la que yo advertía en agosto del año pasado cuando hablaba de "Canción de cuna". No. "Sol naranja" era algo así como "esto no está nada bien".

Cuando estudiaba taller audiovisual el año pasado, el profesor lo mostró en una tanda de cortos de estudiantes anteriores. Fue un gran motivo de debate, porque a él le parecía que mandaba un mal mensaje, y algunos pensaban que estaba bueno (mensaje es una palabra que los estudiantes de comunicación también tenemos muy presente).

Yo no vi "Sol naranja". Ese día había faltado. Varios compañeros de grupo también habían faltado. Algunos no, y dijeron que el corto estaba bueno, pero yo creo que lo dijeron en un sentido más bien superficial. Lo cierto es que técnicamente estaba realizado bastante bien. Eso parecía ser un consenso. El debate quedó ahí, y nadie más habló de "Sol naranja". Nosotros hicimos el videominuto y después "Pigmalión", y eso fue todo.

Ahora, varios meses después, en una trasnoche de insomnio, por fin veo "Sol naranja".

Escrito y dirigido por Magdalena Pardo, quien sigue muy orgullosa de su obra, "Sol naranja" es una historia cuya sinopsis resume de la siguiente manera:

"En un pueblo hundido en la sequía, el último resto de agua es el contenido en la pecera de Alicia, una mujer que vive para y por su pececito. Alicia oculta la pecera, para proteger a su pez; pero un día es descubierta por un vecinito. Se corre la voz, y los vecinos intentan irrumpir en su casa para arrebatarle el agua. Alicia se atrinchera. Dejará hasta lo último con tal de cumplir con su objetivo: no separarse nunca de su pez."
El famoso pececito de "Sol naranja". Alguien hablaba de un pez. "Sol naranja" era el "corto del pececito".

A medida que pasaban los angustiosos siete minutos del corto, me iba dando cuenta de dónde estaba el mal mensaje. Yo siempre digo algo para oponerme a la tesis de nuestro profesor que, aunque muy respetable, me parece digna de corrientes que ignoran cierto aspecto crítico, considerando uno de los extremos de la comunicación (viejo e incorrecto esquema emisor - receptor) como absolutamente pasivo.

La tesis, aplicada a las obras audiovisuales, podría extenderse también a otros soportes y medios, y, en esencia, postula la existencia de "malos mensajes", donde un "mal mensaje" se lee en alguien que hace algo moral o éticamente objetable, donde esa actitud se reconoce como algo "malo", absolutamente reprensible. El mensaje puede resumirse en frases del estilo "se recompensa la maldad", o "esto me dice que está bien tomar la justicia en mis manos" cuando uno se refiere a la obra audiovisual, literaria, teatral o lo que fuere. Las viejas películas de Charles Bronson, en las que hace a un justiciero violento, por ejemplo, o, para tal caso, cualquier película que hable de eso. Desde luego, la tesis no se aplica a rajatabla de esa forma. Tomo el caso de "Dexter", la serie que hace poco estrenó FOX, promocionándola en este mercado porteño/argentino de mierda como una serie sobre un "justiciero serial" (donde justiciero es "tomar justicia por mano propia" y serial tiene la connotación exclusiva de "asesino", porque "serial" suele venir acompañada de la palabra "asesino", y cuando uno escucha "serial" inmediatamente escucha "asesino", así que "justiciero serial" transmite perfectamente la idea de la serie, en la que Dexter es un asesino serial que hace justicia por mano propia). La serie es tanto de lo que Dexter hace como de sus propios conflictos internos acerca del asunto. Existe una crítica sobre eso. Y la serie es más profunda que "justiciero serial", y merece una crítica en todo caso más extensa de la que yo quisiera y/o pudiera dar.

Lo cierto es que yo no creo que existan "malos mensajes". A veces los actos de violencia que serían absolutamente reprensibles y considerados molestos, tienen una importancia a nivel de la historia, del argumento, de la trama. No se mata un personaje a la ligera. Cada "mensaje" debe ir acompañado de un análisis contextual bastante grande. No es tan simple como realizar una lectura superficial y decir "uy, mirá cómo matan gente acá". No. Está el nivel socio histórico, cultural, dramático, narrativo, etcétera, etcétera.


En "Sol naranja" se da una situación que pone a prueba esta tesis: cuando la dueña del pececito se encierra en su casa y los vecinos reparten herramientas como armas y le pegan a la puerta porque su pecera tiene agua y la sequía los está matando. El mensaje sería algo así como "al carajo con la solidaridad, la vida en sociedad, si alguien tiene algo que querés (o te gusta), conseguilo. Como sea". El análisis se puede hacer desde varias perspectivas.


Se puede hacer desde un nivel superficial, casi literal, donde las imágenes denotan ese mensaje negativo. Se puede pensar que los vecinos están locos, arrebatados por el delirio de la deshidratación crónica, en cuyo caso el mensaje no tendría ciertamente el mismo sentido, sino otro. Se puede pensar que el mensaje es fruto de una imaginación estéril que no sabe dotar de profundidad a ese conflicto, y lo resuelve de una manera patética, buscando generar tensión y miedo y otras sensaciones supuestamente "copadas" que el cine es capaz de expresar, en un prolijo paquetito con colorido papel de regalo y un moñito rojo que es esa escena ridícula en que los vecinos asedian la puerta de la casa. Puede ser también que el mensaje haya entrado y salido de una imaginación estéril de manera subliminal e inconsciente, debido a que ese cerebrito seco vive en una sociedad que reproduce ese tipo de pensamiento todo el tiempo. Etcétera, etcétera.

Si tuviera que dar una opinión crítica, como si fuera un crítico de cine o supiera de críticas, a pesar de que tengo una semi formación en el tema, diría que no existe "mal mensaje" per se.

"Sol naranja" es una combinación simple de poca imaginación, pensamiento infantil, escenas regurgitadas de cine extranjero y sin ninguna aspiración estética, por lo que no hay lectura más allá del nivel literal de la imagen. Las imágenes y los sonidos se leen tal cual. La sequía no vuelve locos a los habitantes de pueblucho/barrio. En la construcción de los planos no se nota una intención de volverlos "extraños", como si hubiera locura o delirio. Planos holandeses, por ejemplo. Cámara en mano con mucho movimiento, gestos extraños en los habitantes, exagerados, monstruosos si fuera necesario. Pero lo que sea para denotar un estado mental desequilibrado.

Patean la puerta y quieren agua. En serio. No es broma, no es delirio.

Dejemos de lado la consideración de que la dueña del pececito tiene agua. ¿Dónde la consiguió? Ah. Es un corto metafórico, ¿no? No creo. Si fuera metafórico, entonces el mensaje sí es malo. Porque el pez no es pez, el agua no es agua, y todo es simbólico, menos las patadas en la puerta. Si el final fuera una moraleja, ¿cuál sería? "Sol naranja" no tiene moralejas, y si la tuviera, una de ellas sería la abolición de la solidaridad como bien supremo, o casi supremo.


"Sol naranja" invita a muchas consideraciones. Ciertamente. Yo puedo hacer muchas críticas, como la de lo extraño que me resulta esa tierra seca en los primeros planos, significando extrema sequía, cuando árboles verdes y plantas verdes abundan en las casas de la calle en la escena final, o esa magistral pieza de confusión mental en la que se empieza con música diegética surgida de un tocadiscos, que se hace extradiegética y culmina con una mano que apaga el tocadiscos pero sigue la música. ¿Por qué apaga el tocadiscos? ¡Que lo deje andar!

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