martes, 22 de abril de 2008

Mollejas marinadas

Imagino que los padres habrán recibido la noticia espantados. "¿Un nene con meningitis en la escuela de mi hijo/a? Ay, Dios". Por supuesto, era motivo de indignación porque, a su entender, no era manera de enterarse, por las mollejas fritas del compañerito de 7 años.

Pronto, alguien de la escuela salió a dar un comunicado bastante improvisado. Todavía no encuentro la frase textual citada por un medio de prensa, pero juro que dijo en televisión lo siguiente: "[el nene con meningitis] Está con muerte cerebral, pero todavía con vida". O algo así. No sé si es textual, pero el sentido de la frase es este. (Nótese que no está sacada de contexto porque tiene un sentido que no depende de palabras esclarecedoras.)

Y yo pienso "error". No está con vida. Está bien muerto. Un corazón haciendo bum-bum no es vida, ciertamente. Pero lo más divertido no es esta declaración cuasi optimista, semi ignorante, sino más bien el tono general del discurso tejido por las autoridades de la escuela primaria privada, que por su propia condición tiene motivos para asustarse y temer.

Era algo así como "papis y mamis, no se preocupen por los nenes, esto es un caso aislado, se están haciendo todas las investigaciones necesarias pero, por ahora, lo mejor que podemos hacer es ir pensando en el momento en que todos juntos, incluso los nenes, vayamos al entierro de Toby [el nenito de las mollejas sabrosas], un momento feliz y tranquilo al que podremos aspirar".

Las mollejas marinadas en formaldehído de Toby, las únicas (por suerte y gracias a dios) de toda la escuela.

El vaso, siempre, medio lleno.

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