domingo, 20 de abril de 2008

Idiotas ad infinitum


No soy afecto a hablar de la televisión, aunque sí de la idiotez. Uno diría "siendo que te gusta hablar de la idiotez, es extraño que no te guste hablar de la televisión". Y es cierto. Pero me deprime. Yo digo a veces que si por alguna razón tuviera que dejar el país como muchos otros lo hicieron en los últimos años, diría que me voy porque me entristece su pobreza cultural. O por lo menos la de esta ciudad.

Hace un par de días, ya no recuerdo exactamente cómo, di con una nota genial navegando por Internet. La publicó la agencia de noticias Nova en su portada del jueves pasado. Como no tiene firma, supongo que se trata de una colaboración editorial de la misma agencia, que se autorefiere como fuente de la información que reproduce.

El artículo es una de las mejores cosas que leí en un medio de "prensa". Desde la volanta hace sentir su cuasi genialidad: "Canal 13 patético". La nota puede encontrarse acá.

A riesgo de convertirme en algo que deploro y sacar frases de contexto, voy a resumir la nota en un par de párrafos que sintetizan el espíritu clarificador del artículo:

Mirar la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el ojo propio. Eso es lo que hace Canal 13 cuando en sus distintos programas, para defender a la TV prostibularia y cuasi proxeneta que incentiva Marcelo Tinelli en Showmatch, ataca a Mario Pergolini por discriminación a los discapacitados.

La polémica tiene que ver con la participación del ciego español Serafín Zubiri, finalista de “Mirá quién baila” en su país, en el ciclo 2008 de “Bailando por un sueño” (...)

Mario Pergolini, en la FM Rock & Pop, se refirió a la misma con un irónico “ayer hice un poco de zapping a la noche, obligado, decían que había un ciego que no se iba a notar que era ciego y… ¡Era re ciego! jajaja… lo está haciendo re mal, lo están votando por lástima. Bailaba re mal boludo; es buenísimo que hayan puesto a un ciego para que nos riamos”.

Los que conocemos a Pergolini sabíamos que se refería a lograr rating con participaciones lastimosas, a cualquier precio.

Canal 13 no ve jamás la viga que hay en su propio ojo. Porque en todo el año 2007 exhibió una televisión de los escándalos y la prostitución al nivel de un cuasi proxenetismo (...)

Sí hablaron y escribieron (y mucho) los especialistas en espectáculos del escándalo de aquel baile del caño con presencia de 100 chicos de entre 3 y 10 años en los estudios en una semana en la que, se sabía, iba a deparar escenas calientes prometidas a boca de jarro por el conductor Marcelo Tinelli (...)

Ni el Comfer, el INADI o Canal 13 hicieron algo para que los derechos de los pibes no fueran vulnerados en Showmatch porque en el ciclo “Patinando por un sueño” siguieron exhibiendo shows inapropiados (strip dance, por ejemplo) con un centenar de chicos en el piso de Ideas del Sur ¿Esa actitud no significa abuso de menores o pasar por encima de los derechos del niño?

¿El laboratorio de los medios se ocupará de programas como AM en los que Verónica Lozano y Leo Montero tuvieron conceptos discriminatorios para con el futbolista de Boca, Neri Cardozo, por su tez (morocho) y sus problemas en la dicción? Y ¿Qué decir de los gemidos de los cuasi inimputables conductores simulando el acto sexual y orgasmos a las 11 de la mañana, pleno horario familiar?

En la TV argentina todos cuidan su quintita. Pero nadie puede tirar la primera piedra. Todo porque hubo en los últimos cuatro años, en el Comfer, un inoperante y cuasi cómplice de las productoras Julio Bárbaro que con el verso del diálogo, junto a Claudio De Cousandier –responsable de evaluar contenidos- rifó al peor postor el Horario de Protección al Menor. (...)
Terminé reproduciendo casi toda la nota, pero no importa. Su versión original depara todavía muchas más declaraciones de este tipo, incluso más interesantes.

Lo cierto es que Pergolini tiene razón. Lo que dijo era una clara ironía. La nota hace un metadiscurso de eso cuando explica el sentido de la ironía, y las ironías, bien se sabe, es decir una cosa diciendo exactamente lo contrario. Uno puede justificar esto de muchas maneras, diciendo, por ejemplo, que nadie en su sano juicio diría, en el tono que Pergolini usó, lo que dijo en su programa de radio, en un sentido literal, frente a una audiencia masiva como la que sabe que tiene. Que lo diga fulano en FM Bernal Oeste es, claramente, otra cosa.

Pergolini lo confima en declaraciones que La Nación reproduce en una nota en su portal de Internet:
"¿A mí me van a acusar de discriminar por usar la palabra mogólico sólo porque quise decir esto desde un lugar muy fuerte? Me parece una barbaridad que el noticiero de Canal 13 presente un informe diciendo que estoy discriminando, cuando en realidad estoy diciendo todo lo contrario"
Por favor, que levante la mano el que no entendió la ironía.

Incoherente Lubertino, titular del INADI, le dijo al mismísimo Pergolini en una entrevista concedida al conductor durante su ciclo en FM Rock & Pop:

"Tuvimos denuncias y llamados, y vamos a hacer el procedimiento habitual en estos casos. El Observatorio de los Medios que integramos junto al Comfer y el Consejo de la Mujer va a convocar a las personas. Yo entiendo que la libertad de expresión en los medios es fundamental y hay estilos que tienen que ver con la ironía, aunque no todos tenemos la misma línea interpretativa. Vas a ser citado. Todas las aclaraciones que hiciste son más que suficientes, pero hay que regular"
Doña Lubertino hace exactamente la misma operación que la Agencia Nova: despoja la ironía de su sentido literal y la devuelve donde corresponde cuando dice "... hay estilos que tienen que ver con la ironía, aunque no todos tenemos la misma línea interpretativa". Entonces, ¿qué carajos importa la línea interpretativa cuando, de hecho, la titular del INADI reconoce que esas declaraciones no tienen el sentido que aparentemente tienen? Y, más importante todavía, ¿es así como piensan hacer funcionar este anquilosado aparato que es el Observatorio de Medios?

Esto es una buena prueba de que este país se está yendo culturalmente al carajo. Si es que algún descerebrado, un telemarketer o una recepcionista, por ejemplo, quienes se han convertido en mis metáforas preferidas para referirme a una masa indiferenciada de gente sin cerebro, no logra leer una ironía donde claramente la hay, entonces es hora de sacar la basura de la televisión y empezar a educar a la gente.

Esta incapacidad de leer el significado de la ironía no es más que una prueba de la incapacidad de simbolizar. Un chico no entiende una ironía. ¿Eso es lo que son todos ahora? ¿Adultos chicos? ¿Niños por toda la eternidad?

Alguien debería tener un poco de criterio.

La libertad de expresión en los medios masivos es incuestionable. Está no sólo protegida por la Constitución, sino por otros tratados internacionales a los que ella adhiere, como el Pacto de San José de Costa Rica, que tiene una definición muy clara y explícita sobre la libertad de expresión que, con un poco de suerte, gente como Lubertino podría entender:

" 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideraciones de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.

2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa censura, sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar:

a) El respeto a los derechos o la reputación de los demás, o

b) La protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas."

(El texto completo, transcrito acá)
Desde luego que el sentido literal de los dichos de Pergolini entran en la categoría prevista por el artículo 13 citado más arriba. Pero ¿qué hay del sentido connotado, de la ironía, que la propia Lubertino reconoce? En manos de gente sin criterio, la ironía no existe. Y eso es patético.

¿Qué significa "líneas interpretativas"? Entiendo que las que dan el sentido final como literal a la ironía. Entonces, el pensamiento estúpido de Lubertino, y el de los otros, si los tienen, que pudieran pensar como ella, parece ganar terreno en esta batalla inútil sobre la interpretación que deben darse a esas palabras.

¿Y cómo saber si la ironía es o no es ironía? Ah, esa es la pregunta del millón, queridos telemarketers y recepcionistas. Y Lubertino, et al. Bueno, muy fácil. El sentido real de la frase estará de acuerdo con el buen sentido social, con el sentido común, con la moral y las buenas costumbres, con lo políticamente correcto. Con "eso" que determina siempre el sentido que deben tener las significaciones. Por eso decimos que es un estúpido el que dé a esas declaraciones un sentido literal. Porque la moral y lo políticamente correcto restringen que alguien diga, abiertamente, "es buenísimo que hayan traído un ciego para que nos ríamos". Justamente, porque nadie lo diría, es irónico. Por eso se quiere decir lo contrario de lo que se expresa. Porque lo que se expresa no lo diría nadie en su sano juicio, sobre todo considerando las particulares condiciones de la enunciación en un medio masivo, ante una considerable audiencia.

Ahora, lo interesante de esto, sabiendo lo que sabemos, que era una ironía y que todo procedimiento legal que se levante sobre ella es inútil, y estúpido, y que estúpidos son también quienes no pueden leer el sentido de la ironía, es lo que logra revelar sobre esta sociedad y esta cultura.

Si es necesario hacer de esto un debate, si nadie vacila al tildar de serio lo que dijo Pergolini, entonces estamos realmente ante una clara y contundente evidencia de lo pobre que se ha vuelto esta cultura. Una cultura de imbéciles que no saben distinguir el sentido de una frase, ni son capaces de criticar ellos mismos lo que está pasando.

La gente con ánimo de crítica, o que quisiera tener ánimo de crítica, esos telemarketers y recepcionistas que leen "El Código Da Vinci" mientras asientan su gelatinosa ameba de ignorancia en el colectivo, el tren o el subte, no se cuestionan estas cosas. Digieren la crítica eficiente y a veces acertada que hacen en "Televisión Registrada". Ellos son los portadores de la "verdad". Ellos tienen "la posta". Y se maravillan ante su intelecto.

Lo más gracioso de todo, es que ahora, este debate, en este marco, lo que dice la Lubertino ¡es cierto! Estando en una cultura de imbéciles que no entienden nada de nada, es muy importante hacer lugar a sus quejas e iniciar una acción legal como corresponde, porque Mario Pergolini dijo "que pongan mogólicos a bailar de una vez por todas que es lo que quieren hacer". Y dijo eso, y nada más, según ellos. Y para ellos, eso que dijo es eso, y nada más. Entonces, sí, es discriminación. No es ironía, pero sólo a causa de sus propias limitaciones intelectuales.

Pero todavía se puede llevar esta cuestión mucho más lejos.

En las entrañas de la bestia televisiva se esconde algo llamado Ley de Radiodifusión.

La ley 22.285 es la que regula cuestiones referidas a dos medios masivos de comunicación, la televisión y la radio. Por ende, radiodifusión (para el que no lo entienda).

Existe un gran debate acerca de esta ley, promulgada durante la dictadura militar. Nadie se hace cargo de modificarla porque, como todos sabemos, el Gobierno está más entretenido en otras cuestiones. Yo pensaba el otro día que alguien que se convierte en Presidente de la Nación, así, con mayúsculas, tendría al menos cierta ambición de persistir en la historia, de que su nombre quede marcado a fuego en los anales de la memoria, durante años y años por venir. Pero cada vez más parece que esta ambición no existiera ya en los corazones y los ánimos de nadie, y que todos los problemas, todas las reformas, todo lo que haría de su mandato un hito en el mundo, es lo circunstancial, lo coyuntural, lo fugaz, lo de ahora, y nada más. El futuro no existe. O tal vez sea algo diferente lo que perpetúe sus nombres en el tiempo, cosas que, en definitiva, serán más transitorias y elementales, menos significativas de aquellas que sí hacen que el eco de un nombre resuene elegantemente hacia el olvido lejano.

En fin.

Lo cierto es esto: nadie modifica la ley, pero nadie la cumple. O parece que no se cumple, y si se cumple, se está infringiendo constantemente. Y yo no puedo creer que, simplemente, se estén efectuando multas a nombre de aquellos responsables de no sujetarse a las normas vigentes, lo que sucedería, al parecer, todos los días.

El artículo 5 de la ley dice, acerca de los fines de los medios de radiodifusión:
Los servicios de radiodifusión deben colaborar con el enriquecimiento cultural de la población, según lo exigen los objetivos asignados por esta ley al contenido de las emisiones de radiodifusión, las que deberán propender a la elevación de la moral de la población, como así también al respeto de la libertad, la solidaridad social, la dignidad de las personas, los derechos humanos, el respeto por las instituciones de la República, el afianzamiento de la democracia y la preservación de la moral cristiana.
Estoy de acuerdo con que no se cumplan aquellos de la preservación de la moral cristiana, porque ignora ciertos otros preceptos de otras morales que no son las cristianas, y porque Dios no existe. Pero eso es otra cosa, y para muchos, motivo de debate.

Especificando un poco más lo anterior, la ley dice:
CAPITULO II - DEL CONTENIDO DE LAS EMISIONES

Artículo 14 Objetivos:

ARTICULO 14. - El contenido de las emisiones de radiodifusión propenderá al cumplimiento de los siguientes objetivos:

a) Contribuir al bien común, ya sea con relación a la vida y al progreso de las personas o con referencia al mejor desenvolvimiento de la comunidad;

b) Contribuir al afianzamiento de la unidad nacional y al fortalecimiento de la fe y la esperanza en los destinos de la Nación Argentina;

c) Servir al enriquecimiento de la cultura y contribuir a la educación de la población;

d) Contribuir al ejercicio del derecho natural del hombre a comunicarse, con sujeción a las normas de convivencia democrática;

e) Promover la participación responsable de todos los habitantes y particularmente del hombre argentino, en el logro de los objetivos nacionales;

f) Contribuir al desarrollo de los sentimientos de amistad y cooperación internacionales.
Y, a lo mejor pocos lo saben, pero:
ARTICULO 16. - Las emisiones de radiodifusión no deben perturbar en modo alguno la intimidad de las personas. Quedan prohibidas las emisiones cuyo contenido atente contra la salud o estabilidad psíquica de los destinatarios de los mensajes.
Si gente estúpida quiere llevar este debate adelante, bien por ellos. A los estúpidos hay que hacerles creer que son lo que no son. Coherentes. Perspicaces. Inteligentes.

Ya que estamos desmitificando declaraciones como esta, bien podríamos también achacar a la publicidad que, de por sí, es engañosa. No voy a hacer (ni pretendo) un discurso contra la publicidad. Allá vayan los telemarketers y recepcionistas que caigan bajo su encanto. Porque ellos son los mismos que no entienden las ironías, el sarcasmo, el intelecto indescifrable.

Ya que hay que evitarle a la gente esta cosa de pensar críticamente, esto de usar el cerebro y aprender a descifrar una ironía, ataquemos la publicidad. La Ley de Lealtad Comercial (22.802) dice cosas como esta:
ARTICULO 5º — Queda prohibido consignar en la presentación, folletos, envases, etiquetas y envoltorios, palabras, frases, descripciones, marcas o cualquier otro signo que pueda inducir a error, engaño o confusión, respecto de la naturaleza, origen, calidad, pureza, mezcla o cantidad de los frutos o productos, de sus propiedades, características, usos, condiciones de comercialización o técnicas de producción.

CAPITULO III

De la publicidad y promoción mediante premios

ARTICULO 9º — Queda prohibida la realización de cualquier clase de presentación, de publicidad o propaganda que mediante inexactitudes u ocultamientos pueda inducir a error, engaño o confusión respecto de las características o propiedades, naturaleza, origen, calidad, pureza, mezcla, cantidad, uso, precio, condiciones de comercialización o técnicas de producción de bienes muebles, inmuebles o servicios.
Por favor, alguien que piense.

Alguien.

2 comentarios:

Ramirodlp dijo...

la verdad que sos un pelotudo, con todo respeto te lo digo, pero le pedís a los demás que piensen "haz lo que yo digo y no lo que yo hago". La lubertino manejó la situación de la mejor manera. Pergolini habla al pedo y se hace el que se la sabe todas, pero quienes lo conocemos un poco sabemos que es un forro poco común.

Nahuel dijo...

Imbécil, con todo respeto, fallaste en darte cuenta que el fondo de la cuestión no está en quién dice qué, sino qué se dice y qué se interpreta.
Y todo esto, claro, más allá de que la Lubertino o Pergolini sean o no lo que a vos te parece que son (y yo a Pergolini no lo tengo en alta estima).

Pero gracias igual, por demostrarme que la gente es tan imbécil como yo pensaba. La próxima, en vez de insultar y disculparte, fundamentá algo con alguna idea (son esas cositas que hacen luz en la cabeza sobre los dibujos animados).

Imbécil.



No me canso de decirlo.