miércoles, 2 de abril de 2008

Karma subterráneo

No sé si fue porque hoy iba a ser un día complicado, pero lo cierto es que después de esperar un largo rato en la fila de pago "regular" (en vez de la de "pago exacto") en la boletería del subte de la línea B de Alem, un policía abrió las puertas de emergencia y nos dejó pasar sin pagar. A lo mejor era presa del creciente optimismo peronista, o se habían quedado sin cambio para dar. Hacía un rato había subido el malón de gente del subte que acababa de llegar al andén, y se notaba que si esperábamos mucho más no íbamos a alcanzarlo. Cinco minutos de cola en la estación del subte se hacen sentir.

Lo cierto es que, con o sin optimismo peronista, hoy, como casi todos los días, pagué un solo viaje en lugar de dos, como corresponde. Cuatro días a la semana viajo en subte para ir a la facultad. Ida y vuelta. Y desde la semana pasada vengo pagando, siempre, un solo viaje.

El secreto está en querer pagar un SubtePass de 0,90 centavos con un billete de dos pesos. No tienen monedas para darte. Siempre se pasa gratis. Ojalá siempre usara el mismo billete de dos pesos, así podría decir que ese es mi SubtePass. Y ojo: tengo las monedas para pagar justo, porque tengo que viajar también en colectivo, ida y vuelta. Pero no quiero usarlas. El servicio no es lo mejor, aunque es ostensiblemente preferible al que ofrecen otras líneas, léase la C, la más ruidosa, junto con la E, y la A, con sus vagones de madera del siglo pasado que se sacuden y sufren cortocircuitos que hacen parpadear las luces interiores. La D, igual que la B, es pasable.

Lo mejor de viajar en subte es el anacronismo de las estaciones. En la línea B se nota genial. La estación Carlos Gardel, cuyos pasillos interiores desembocan en las entrañas del concheto Abasto, desentona terriblemente con la estación anterior (o posterior) Pueyrredón, siempre con olor a vómito fermentado y paredes de revoque desconchado. Ni hablar de Federico Lacroze y Los Incas, la extensión, una estación que parece del siglo XXII. Casi.

2 comentarios:

Sol! dijo...

Entonces yo pienso: viajé como ganado por la módica suma de 0.45 centavos de peso.

Una ganga (?)

Y me siento re (RE) patética pero grossa.

Viva el Peronismo (?)

By the way, tengo que contarte sobre la clase dictada por un profesor K... Cuándo vamos a sentarnos a charlar, neneeee!

Nahuel dijo...

Cuando quieras, muchacha.

PD: 0,45 centavos de peso es un robo por eso. Ventajas y desventajas, algunos transportes públicos permiten la colada. Otros no tanto.