viernes, 11 de enero de 2008

Estructurado 2

Estuve haciendo algunos progresos desde la última vez.

Ahora tengo un panorama más nítido de toda la cuestión. Me doy cuenta de una cosa muy importante: el imbécil de Syd Field tiene razón cuando dice que todas las películas se ajustan a su "paradigma". Lógicamente, obedece a una cuestión de estupidización general, porque no es posible justificar la uniformidad de la industria cinematográfica con la exigencia de que en diez minutos, el descerebrado que aprueba el guión en las entrañas burocráticas de un estudio de cine tiene que estar enterado de quién es el personaje principal, cuál es el conflicto, y cuál es la situación. No todas las películas tienen que hacerse entender en diez minutos, o diez páginas. Y esto es tan cierto como que las películas no funcionan solamente a un nivel, que es el del guión. Hay muchas cuestiones estéticas que están por encima de cualquier estupidez que pueda decir Syd Field. Aunque lo cierto es que esas cosas no son las que interesan al grueso mediocre de la población general que gasta plata en el cine, para desenchufar el fantasma esquelético que tienen por cerebro de la rutina cotidiana, o del mundo real, o vaya a saber uno de qué.

Las comedias románticas son muy mediocres, en varios niveles. No creo que haya una aspiración estética en los realizadores que se desempeñan en el género, aunque a veces pueda contribuir a hacer de una historia dada, otra que es diferente por completo.

Encontré después de algunas observaciones que todas repiten una estructura, y que esa estructura es la de Syd Field. No es que el género tenga una estructura propia, como yo había pensado, sino más bien una colección de temas y motivos que visitan una y otra vez, y son siempre los mismos. Esto puede no resultar revelador, porque todos los géneros tienen un cierto número de temas y motivos que le son propios.

Lo original de la cuestión está en la recurrencia de un recurso narrativo, que es el de la mentira blanca o pequeño engaño que separa a chico y chica. Uno puede decir que el género garantiza el final de la historia, el final feliz. Las comedias no terminan como las tragedias. No hay muertes, ni separaciones, ni finales infelices. Así que no habría mucho criterio en entrar a cuestionarse el funcionamiento de las obras que se ubican dentro de determinado género, porque el mismo género establece las reglas que controlan la estructura narrativa de cada historia particular.

Uno puede decir que gracias al género sabe más o menos cómo va a ser la historia, y que lo malo que pase durante la narración, eventualmente se corrige porque todo va a terminar bien tarde o temprano. Y así, cualquier intento de describir un molde se muestra inútil.

Pero nada dice que siempre se tengan que usar los mismos motivos, ni las mismas caracterizaciones para los personajes, ni los mismos desenlaces, sin importar lo que diga el género. Eso es lo que hace ruido, y lo que da la impresión de que todas las comedias románticas son iguales.

Necesito mis viejos apuntes de semiótica I y algunas cosas de retórica. Por ahora, lo que hay es esto:

Las idioteces de Syd Field:

Principio + Punto de giro 1/Medio + Punto de giro 2/Final

Ambos puntos de giro son de la misma naturaleza para la mayoría de las obras del género, siendo el primer punto de giro el encuentro entre los dos personajes, o el enamoramiento repentino de Chico por Chica, o al revés, siendo, en definitiva, el que, luego de una presentación de ambos personajes y de sus estilos y formas de ser propios y preferiblemente disímiles, muestra que la historia ahora se trata de la conquista, o del tipo de vida que pueden llevar, o intentar llevar juntos; siendo el segundo punto de giro el que amenaza con la ruptura de la reciente pareja, la mentira blanca o pequeño engaño que, en más de una ocasión, se esconde bajo uno de los siguientes tres motivos recurrentes:

- Infidelidad: un pequeño desliz, involuntario, cometido por Chico o Chica con alguna de sus parejas anteriores, que se hace público de la peor manera, y que atenta con la relación en una forma estúpida, al tiempo que el espectador sabe, lo mismo que quien haya cometido la infidelidad, que tal infidelidad no existe en realidad, y que el único amor puro es el de Chica y Chico.

- Mentiras blancas: acerca de asuntos delicados sobre los que se confesó algo muy diferente, o bien promesas incumplidas. Se trata de aquellos casos en que Chico o Chica se hacen pasar por algo que no son para conquistar al otro (sea diciendo que son algo que no son, o negando que son lo que son en realidad), una verdad que se revela sobre el casi final de la historia. Asume muchas formas distintas para cada historia, pero lo esencial es que se trate de un hecho que ambos den por sentado, y que al final se revele distinto, a causa de que uno dijo que era de esa forma, y el otro encontrara necesario creer en que era como el otro había dicho que era, y por ello se encuentre dolido al ver que era de otra. Normalmente, el público entiende por qué la mentira, como también que la mentira no fue "intencional", o que más bien debe ser ignorada por cuanto ella ha permitido el verdadero amor.

- Malos entendidos: se trata de un motivo que juega con las posibilidades de los dos anteriores. Chico o Chica ven a su pareja involucrarse en algo que no es como ellos creen, lo que los lleva en última instancia a construir suposiciones sobre premisas falsas, y al ineludible final de destruir su relación. Que, por supuesto, se verá muy pronto resucitada, feliz y andando sobre cuatro ruedas cuando esas impresiones sean borradas de sus mentes.

Creo que estos son tres motivos que aparecen con cierta frecuencia. Lo interesante es que muchas veces no es necesario que Chico y Chica se conozcan en la película para que esto pase. Ellos bien pueden conocerse. Por ejemplo, en "Meet the Parents" la familia se convierte en el "otro" que deberá ser el objeto de la conquista de Ben Stiller, y no su novia, con quien está a punto de casarse. Malos entendidos y mentiras blancas (junto con una leve paranoia de infidelidad) rellenan la trama para atentar contra el futuro de la pareja, y el público reconoce enseguida que Chico tuvo que hacer lo que hizo por el acoso fatal de su suegro, y todo está perdonado, y todo termina bien, tal como promete el género.

No digo que no deberían hacerse más comedias románticas, ni que todas son iguales. Sino que abusan de repetir motivos, y recurren a la misma treta del recurso narrativo de la separación para angustiar a un público que ya no debería caer otra vez en esa misma trampa.

Se trata de un recurso fácil y engañoso, que ya ni siquiera funciona.

Tampoco creo que esto se aplique a todas. Cada una tendrá más o menos puntos en común con esta pequeña teoría.

Por último, una de las cosas más serias y graves, a nivel de la narración, es que muchos desenlaces son inverosímiles. Lógicamente, a causa de que presentan la separación como algo tan grave, tan inmediato y tan cierto, es extraño que todo se solucione en los últimos veinte, veiticinco o hasta treinta minutos de película, como mucho.

¿Ven? Eso pasa por exagerar los finales y abusar de un recurso narrativo realmente estúpido. Y barato.

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