(Estaba escribiendo esto cuando se me ocurrió una mejor manera de enfocar la cosas y decir algo realmente interesante, pero eso todavía no está escrito, y esto quedó trunco abruptamente.)
Una de las cosas que se pueden aprender sin mucho esfuerzo viendo cine o leyendo libros, o estudiando sobre cine (viéndolo) o sobre libros (leyéndolos), es que la muerte de un personaje, o un protagonista, o todos los personajes, como es el caso de algunas obras, resulta ser un recurso muy flojo para cerrar muchas historias. Claro que "resulta" y "flojo" son términos que algunos espectadores o lectores no encontrarían ni acertados, ni pertinentes, y es probable que muchos no se fijen en esto tampoco. Para eso están los críticos: para arriesgarse a la indigestión de un final flojo y regurgitar sus opiniones al público potencial.
Pero la mayoría de los espectadores o lectores son capaces de reconocer los finales flojos y rechazarlos, más allá de que exista una cultura ávida que los reclama, o los fomente. Hay veces en que eso es una exigencia del género, y
Una de las cosas que se pueden aprender sin mucho esfuerzo viendo cine o leyendo libros, o estudiando sobre cine (viéndolo) o sobre libros (leyéndolos), es que la muerte de un personaje, o un protagonista, o todos los personajes, como es el caso de algunas obras, resulta ser un recurso muy flojo para cerrar muchas historias. Claro que "resulta" y "flojo" son términos que algunos espectadores o lectores no encontrarían ni acertados, ni pertinentes, y es probable que muchos no se fijen en esto tampoco. Para eso están los críticos: para arriesgarse a la indigestión de un final flojo y regurgitar sus opiniones al público potencial.
Pero la mayoría de los espectadores o lectores son capaces de reconocer los finales flojos y rechazarlos, más allá de que exista una cultura ávida que los reclama, o los fomente. Hay veces en que eso es una exigencia del género, y
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