miércoles, 15 de octubre de 2008

Blog Action Day 2008


Hace más o menos un año, la propuesta del Blog Action Day, o Día de Acción del Blog (en cristiano), destinada a hacer del mundo un lugar mejor con la propuesta de que los dueños de un blog que lo deseen escriban algo significativo y de importancia para toda la humanidad, había sido el medio ambiente. Por supuesto que hoy en día, como entonces, el medio ambiente no era más que el calentamiento global. Y por lo que sé, la mayoría de la gente escribió sobre cómo hacer "verde" y environmentally friendly un montón de cosas que habitualmente se hacen de otro modo.

Un año después, el tema es la pobreza.

De todas las propuestas sugeridas en el sitio oficial de la campaña, junto con indicaciones elementales que instan a mantener firme el estilo y enfoque del blog que publicará sobre el tema, no hay una sola que pretenda escapar a los márgenes impuestos por el sistema económico global imperante (al menos por el momento).

Por eso, hablar de obras de caridad, de cómo influir en la mente ajena sobre el flagelo de la pobreza a través de una campaña publicitaria que movilice sentimientos de hermandad y solidaridad, y la cita sagaz de datos y "trivia" sobre la disparidad entre ricos, pobres y esos que están en el medio, delimitaría los márgenes de la cuestión.

¿Pero es necesario decirle a la gente qué es lo que tiene que hacer para ayudar a que la pobreza golpee con menos furia? Todos sabemos qué hacer para ayudar: es una cuestión de sentido común. También sabemos que muchos no van a hacer nada al respecto.

El lugar común más visitado: mencionar que la pobreza se presenta en formas menos evidentes que la simple "dificultad de autosubsistencia", y está ahí donde falta educación, salud y otros servicios básicos.

La cuestión invita a pensar más.
Pero en otro momento.

sábado, 4 de octubre de 2008

La agonía de la ciencia 1

Desde hace un tiempo estaba preparando una serie de coloridos papeles tapiz anunciando el fin del mundo tras la inminente inauguración del LHC, la temible máquina de las tres letras que ya no toman a nadie por sorpresa:


Pero lo que se desarrollaba como un emprendimiento feliz y creativo tiene que posponerse gracias al mal funcionamiento de un aparato multimillonario que, según dicen, no garantiza el apocalipsis que muchos otros esperábamos con ansias:



Con la realización de la profecía pesimista demorada otros seis meses, uno no puede dejar de pensar en Chaya, la pobre chica india de 16 años que, presa de la desinformación y el alarmismo mediático, se tragó una botella de "Chateaux Poison ('puasón) 2008" (nada más sofisticado que una botella de insecticida) por temor a ver que el experimento se comiera todo lo que ella más apreciaba en la vida.

Luego de ver unos informes sensacionalistas en la televisión local (otra razón para proclamar vade retro), los pensamientos de Chaya se enturbiaron con la idea de que el mundo se terminaría el 10 de septiembre con la primera prueba del LHC, que en realidad no presentaba ningún riesgo, porque el peligro está en la colisión de partículas a alta velocidad. Mientras que esta prueba estaba programada para el 21 de octubre, antes de que se derritiera (o algo así) una especie de imán superpoderoso (o algo así) que pospuso la destrucción unos seis meses, la prueba inicial del 10 de septiembre constaba sólo de la proyección de un haz de hadrones en un sentido y luego en otro, pero no simultáneamente.

Esta pequeña pepita de conocimiento la ignoraron muchos medios de comunicación, convenientemente, porque el temor de la muerte y la extinción siempre vende. Y si no, miren a la estúpida de Chaya.

Es hora de que todas las Chayas del mundo sepan la verdad: hay que esperar hasta la primavera de 2009 (otoño, en el hemisferio sur). Así que dejen añejar esa botella de destapacañerías en la comodidad húmeda y oscura del fondo de la alacena.

Nos vemos en abril/mayo de 2009.

viernes, 3 de octubre de 2008

Sueño I

No sé por qué, pero necesito plata. Estoy buscando y no encuentro nada. En la vida real, muchas veces se me da encontrar algunos billetes o pocas monedas en alguna campera colgada en el ropero. Pero yo creo que eso no va a pasar.

Se nota que en el sueño, lo mismo que en la vigilia, no me da por usar billeteras. Siempre llevo la plata encima, salpicada entre varios bolsillos, una mala costumbre que más de una vez me hace dar media vuelta en plena calle para reponer algo en los bolsillos que creía llenos. De repente, en el sueño, meto la mano en el bolsillo trasero del pantalón y mirando dentro, en un plano detalle, como si fuera una película (muchas veces sueño como si fuera una película), encuentro unos billetes de veinte pesos doblados en el fondo. Veo también algo azul. Probablemente sea un billete de dos pesos.

Entonces me despierto.


Pienso que no sé de dónde vino el sueño. Un rato después se me ocurre que todo pasa por los últimos dos billetes de diez y veinte pesos que vi en el cajón de la mesa de luz. "Tengo que ir a sacar plata del cajero automático", pienso.

Al otro día encuentro mi billetera. No la había perdido. Yo sé que no la tengo que perder porque dentro tengo el registro (en algún lado lo tengo que guardar). Tenía también una tarjeta de subte con cuatro o cinco viajes más. Y un par de billetes de veinte y algunos de dos, como en mi sueño.